29 de junio de 2014

Fondos buitres vs Argentina: la frontera entre oposición interna y cipayismo.

"No hay peor cuña que la del mismo palo".

Un sector de la oposición al gobierno, principalmente la de los medios de difusión hegemónicos –seguidos por algunos políticos- parece no reconocer la diferencia entre gobierno y país, y por eso se coloca en la vereda de enfrente en el conflicto entre la Argentina y los fondos buitres. Y lo hacen esgrimiendo argumentos en contra del país y descalificando cualquier medida o argumento del gobierno como descabellado, erróneo o contrario a la “realidad internacional”  en consonancia a lo que esgrimen los fondos buitres en contra del país. Incluso llegan a colocarse a la derecha de la derecha internacional… Son más papistas que el Papa o, mejor dicho: más carroñeros que los buitres...
Pero esta conducta política de caranchos locales no es una novedad en nuestra historia, ya  padecieron algo parecido los gobiernos de Dorrego (la traición de Lavalle junto a Inglaterra), Rosas (la alianza entre los Unitarios y el Imperio del Brasil), Perón y la alianza entre la “libertadora” y la flota inglesa o yanqui (ver aquí). Incluso en esta década hay ejemplos de esta anomalía política nacional. Este antikirchnerismo ciego se parece demasiado al inveterado cipayismo criollo de esos períodos históricos, y que aquí hemos señalado varias veces, pero este caso de los fondos buitres expone como nunca a quienes se colocan directamente en la vereda opuesta a la del país, ni siquiera caminan por el medio de la calle.
Para ilustrar mejor lo que señalamos, veamos primero cómo califican y qué dicen sobre esta disputa financiera (aunque es también política y económica) entre un país soberano (que defiende su reestructuración de pagos de su deuda externa) y un grupo financiero privado (que hace de la usura y el oportunismo su modo de vida), actores internacionales insospechables de kirchnerismo, y que algunos de ellos ni siquiera de tener simpatía por nuestro país. Encontramos entre ellos desde el G20 hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), pasando por el G77 más China, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), el Mercosur y la Unasur. También, países como Estados Unidos, México, Francia y Brasil, que presentaron escritos (amicus curiae) ante la Corte Suprema de los Estados Unidos apoyando a Argentina, y 106 parlamentarios británicos también solicitaron un apoyo al país. Asimismo, distintas Organizaciones No gubernamentales (ONGs), como la Red Jubileo y bancos, como Gramercy y Puente, han apoyado nuestra reestructuración de deuda soberana.
Pero veamos primero la posición de los actores extranjeros sobre el tema.

En la revista Finantial Times (mascarón de proa de la economía globalizada) podemos leer:

Hay que defender a la Argentina de los buitres.
Si la Argentina se ve obligada a pagar la totalidad a los holdouts, el precio caerá sobre los hombros de los argentinos.
No lejos de las oficinas londinenses del Financial Times estaba la prisión de Marshalsea a donde eran enviados los deudores. En el siglo XVIII, más de la mitad de los reclusos de Londres eran encarcelados por deudas impagas. Los talibanes insistían en que se trataba de un peligro moral por el que eran necesarias penas así de duras. Luego, en 1869, la prisión por deudas fue abolida y se introdujo el concepto de quiebra. Tanto la economía como la sociedad sobrevivieron.
A veces las cosas salen mal. En algunas oportunidades, es por mala suerte y en otras, por irresponsabilidad. Pero la sociedad necesita una manera de permitir que la gente comience de nuevo. Es por eso que tenemos la bancarrota. De hecho, permitimos a los actores privados más importantes de nuestras economías las empresas–asumir responsabilidad limitada. Eso autoriza a los accionistas a desentenderse de las deudas de las compañías.
La facilidad con la que las corporaciones norteamericanas no cumplen con sus acreedores es impresionante. Pero es mejor que la responsabilidad ilimitada.
Una lógica similar se aplica a los países. A veces sus gobiernos se endeudan más de lo que después pueden pagar. Si tomaron deuda en moneda local, pueden reducir su deuda mediante la inflación. Pero si las obligaciones son en divisa extranjera, esa posibilidad desaparece.
Cuando los costos del servicio de esas deudas se vuelven demasiado elevados, pasa a ser necesaria una reestructuración. Argentina se encontró en esa posición a principio de siglo. Era difícil sentir mucha compasión por el país, que venía sufriendo de malas administraciones ya antes de su default en diciembre de 2001.
(...) Pero se había vuelto imposible pagar su deuda pública de u$s 132.000 millones a un costo tolerable. Además, los acreedores habían sido compensados por la posibilidad de un default.
Un acreedor al que se lo compensa por el riesgo de un default no puede sorprenderse si luego se produce la cesación de pagos. La solución está en la diversificación de la cartera de inversiones.
Si bien el principio de reestructuración de deuda soberana es convincente, en la práctica es difícil. Ningún tribunal puede embargar y luego liquidar todos los activos de un país. Ese limbo legal crea dos peligros opuestos: el primero es que sea demasiado fácil que un país no pague sus deudas; el segundo es que sea demasiado difícil. La historia de Argentina ilustra ambos: enfrentados a un gobierno intransigente, los tenedores del 93% de la deuda defaulteada aceptaron canjes por deuda con valor nominal muy inferior; pero los holdouts, que rechazaron esa reestructuración, bloquearon un acuerdo limpio. Este desbarajuste lleva más de 12 años desde el default.
Todo eso hace más difíciles las reestructuraciones. ¿Por qué razón los acreedores aceptarían en el futuro un canje por instrumentos con menor valor? Pero los acreedores que han aceptado los canjes y los holdouts no son casos iguales. No parece correcto obligar a los deudores a tratarlos en forma igualitaria. Asimismo, es absurdo el argumento de que los holdouts están ayudando a los argentinos porque están castigando la corrupción. Le corresponde a los argentinos elegir el gobierno que quieren. Y peor, si Argentina se ve obligada a pagar la totalidad a los holdouts, ese precio caerá sobre los hombros de los argentinos. Esta es una extorsión respaldada por el poder judicial norteamericano.
El problema inmediato es cómo hará Argentina para resolver estos casos. Las opciones –pagar a los holdouts, llegar a un acuerdo con ellos, transferir deuda a la ley local y directamente defaultear– parecen costosas, humillantes, difíciles o perjudiciales. Peores son las implicancias a largo plazo para las reestructuraciones de deuda.
Sin embargo, en un mundo de flujos de capitales globales, no es un optativo crear un mecanismo factible para la reestructuración de deuda soberana. Es posible que Argentina sea un caso excepcional. Es más probable que la interpretación de la cláusula pari passu y la capacidad de embargar activos ahora dificulten más la reestructuración de deudas. Un mundo donde la alternativa que tienen los países es pagar en todo o no pagar nada sería tan malo como el que exigía a los deudores elegir entre morirse de hambre o ir a prisión. Hay que encontrar un mejor sistema.


La prestigiosa revista Foreign Affairs (históricamente ligada a los Rockefeller) calificó de “fundamentalista” y “peligrosa” a la Corte Suprema de los EE.UU.:

Sostuvo que el máximo tribunal norteamericano tomó una posición "fundamentalista peligrosa" cuando se negó a aceptar la apelación presentada por Argentina en el caso contra los fondos buitre.
"No hay muchas instituciones lo suficientemente poderosas para poner de rodillas a una nación soberana. La mayoría de las que ejercen su poder lo hacen con cuidado, el resto son fundamentalistas peligrosas". 
"La última semana, la Corte Suprema de Estados Unidos -y el resto del sistema judicial federal de Estados Unidos- se puso de lleno en la última posición cuando se negó a aceptar una apelación presentada por Argentina contra una decisión de un tribunal inferior", agregó.
El autor del documento, Félix Salmon, aseguró además que "las consecuencias están determinadas a ser terribles para Argentina".
"En términos más generales, la sentencia hará que sea más difícil que los países se liberen de la carga del sobre endeudamiento.  Será muy malo para los mercados de capital internacionales. Ah, y también disminuirá la soberanía nacional", advirtió.
Salmon, un reconocido periodista financiero, mencionó que con la confirmación del fallo de los tribunales inferiores, "los inocentes están siendo castigados" siendo que los tenedores de bonos que entraron en los canjes de 2005 y 2010, "no han hecho nada malo y no hay manera de que vayan a obtener su pago en su totalidad y a tiempo, como a Argentina le gustaría".
No obstante, "el fallo va más allá de castigar a los inocentes.  También da vuelta el orden natural de la deuda" ya que "solía ser que tener un bono era bueno pero tener un dictamen era mucho mejor. Ahora, sin embargo, es al revés: los dictámenes no te llevarán a ningún lado, mientras que los bonos, si tienen una cláusula de pari passu, pueden convertirte en todopoderoso".
El analista económico dijo por último que "si alguien comenzó criticando al país por estar en default sobre los bonos, Argentina siempre podría decir, con toda sinceridad, que ha tenido la capacidad como la voluntad de pagar y que la única razón por la que los tenedores de bonos que ingresaron a los canjes no se les paga es porque las cortes de Estados Unidos no le permite pagar".
"Tanto la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito como la Corte Suprema tuvieron todas las oportunidades para evitar este desastre, y en su lugar, tiraron la pelota fuera de la cancha.  Ellos son quienes deberían ser considerados los responsables de las consecuencias", concluyó Salmon.


Asimismo, varios periodistas y medios de prensa de los EE.UU. se pronunciaron a favor de los argumentos argentinos:

Una dura crítica a los buitres desde el corazón de Estados Unidos.
Un prestigioso columnista económico estadounidense alertó sobre los peligros del caso Argentino para el mundo financiero y, sobre todo, para el futuro de su propio país.
Weisbrot, columnista en medios como el New York Times, The Guardian y Folha de S. Paulo, aseguró en un artículo publicado en News and World Report titulado ¿Por qué dispararle a la Argentina? que el rechazo del tribunal norteamericano lo que hace es "destruir" el acuerdo que nuestro país, o cualquier otro en el futuro, alcanzó con los bonistas defaulteados.
Además, hace hincapié en que la decisión judicial "limita severamente la capacidad de los acreedores y los deudores para llegar a un acuerdo ordenado en caso de crisis de deuda soberana".
El especialista deja claro además que el caso argentino no se trata sólo de una puja judicial - económica, sino que detrás hay intereses políticos bastante claros. Entre ellos, menciona a los lobbistas de los fondos buitre y a políticos del Congreso interesados en que la coyuntura incida poderosamente en las próximas elecciones nacionales en pos de un nuevo partido en el Gobierno.
En tanto, en otra publicación realizada en el New York Times titulada Los fondos buitre tienden una trampa, Weisbrot alerta sobre el peligroso camino que ha abierto la decisión de la Corte. "Incluso los Estados Unidos lo más probable es que se vea afectado negativamente", advierte el autor.
"En los Estados Unidos, y la mayoría de los países, existen leyes de quiebra diseñadas para permitir a las empresas e individuos que enfrentan una deuda impagable hacer un nuevo comienzo. No existe tal mecanismo legal para los países, por lo que estos acuerdos de reestructuración son una importante forma de resolver los problemas de la deuda soberana impagable", continúa.
"Esta sentencia a favor de los fondos buitres hará un daño permanente en la gente común de todo el mundo, que aparecerá en futuras crisis de deuda", concluye el especialista.



Pero también más de 130 países (Grupo 77 + China) se pronunciaron en ese sentido:

Apoyo del G-77 y China.
El Grupo de los 77 países en desarrollo (G-77) + China envió una carta al juez neoyorquino Thomas Griesa, a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos y al secretario de Estado, John Kerry, en la que expresaron su “plena solidaridad y apoyo a la Argentina” frente a la negociación con los fondos buitre. En la nota, firmada por el presidente del G-77 + China, Sacha Llorenti Soliz, se resalta la “preocupación sobre las serias consecuencias de la sentencia (de la Corte norteamericana y el fallo de Griesa), que van más allá de Argentina y que podrían afectar a cualquier país enfrentando situaciones similares”.
El texto destaca que las decisiones judiciales de Estados Unidos podrían “tener consecuencias sistémicas adversas, ya que la renegociación voluntaria de deudas y las reestructuraciones de deudas podrían convertirse en procesos complejos, si no imposibles”, detalló el documento.
La carta enviada a Griesa, Kerry y a la Corte Suprema recordó además que en la Declaración de Santa Cruz, firmada en Bolivia hace diez días, los jefes de Estado y representantes de gobierno del G-77 + China señalaron que “una nueva preocupación emergió relacionada con las actividades de los fondos buitre”.
“Los recientes ejemplos de las acciones de estos grupos de poder en tribunales internacionales han revelado su naturaleza altamente especulativa. Tales fondos representan un riesgo para todos los procesos de reestructuración de deuda futura, tanto para países en desarrollo como desarrollados. Por lo tanto, hacemos hincapié en la importancia de no permitir a los fondos buitre paralizar los esfuerzos de reestructuración de deuda de los países en desarrollo”, indicó el G-77 + China. “Estos fondos no deberían sustituir el derecho de un Estado de proteger a su pueblo bajo la ley internacional”, agregó Sacha Llorenti Soliz.
Por último, el escrito reiteró “la urgente necesidad de la comunidad internacional de examinar opciones para un mecanismo internacional de resolución de deuda eficaz, equitativo, duradero, independiente y orientado al desarrollo”. En este sentido, llamó a todos los países a promover y contribuir a las discusiones en las Naciones Unidas y otros foros internacionales.


Y siguen las firmas:


El embajador del gobierno brasileño ante la ONU, Antonio Patriota, lo dijo en un perfecto inglés: "Lo que este caso ilustra es un comportamiento irresponsable, especulativo y moralmente cuestionable, con impactos tanto económicos como sociales para un país, e impactos destructivos y sistémicos para la arquitectura financiera internacional por ser perfectamente legal".
Patriota no se anduvo con vueltas y lo definió como un fallo "irracional" y "esquizofrénico".
La representante de Nicaragua prefirió definirlo como "una situación de pillaje internacional" y pidió a sus colegas allí presentes "tener una acción urgente". En tanto, la embajadora de Colombia, María Emma Mejía, dijo que se hacía imperioso "analizar los caminos y alternativas" para evitar este tipo de maniobras contra la Argentina que "realizó un proceso exitoso de reestructuración de su deuda y que se busca abortar con la decisión de la justicia".


El año pasado, antes del fallo de la Corte Suprema de los EE.UU., el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz ya advertía sobre los peligros de fallos como estos:

La victoria de los buitres.
Una reciente decisión de un tribunal de apelaciones estadounidense amenaza con cambiar drásticamente a los mercados mundiales de deuda soberana. Puede incluso conducir a que ya no se considere a EE. UU. como un buen lugar para la emisión de deuda soberana. Como mínimo, torna inviables todas las reestructuraciones de deuda según los contratos estándar. En el proceso se anuló un principio básico del capitalismo moderno: cuando los deudores no pueden pagar a los acreedores, es necesario volver a empezar.
El problema comenzó hace una docena de años, cuando Argentina no tuvo otra opción que devaluar su moneda e incurrir en la cesación de pagos de su deuda.
En los años siguientes, hasta la erupción de la crisis financiera mundial en 2008, el crecimiento del PBI anual argentino fue del 8%, uno de los más rápidos en el mundo. Incluso los antiguos acreedores se beneficiaron con este rebote. En una jugada muy innovadora, Argentina cambió la deuda vieja por otra nueva –con un valor de aproximadamente 30 centavos por dólar, o un poco más– a la que agregó un bono indexado por el PBI. Cuanto más crecía Argentina, más pagaba a sus anteriores acreedores. Los intereses de Argentina y los de sus acreedores estaban entonces alineados: ambos deseaban el crecimiento.
Hace mucho tiempo, esos contratos se hacían cumplir a través de la intervención armada, como aprendieron –a un altísimo costo– México, Venezuela, Egipto y gran cantidad de países en los siglos XIX y XX. Después de la crisis argentina, la administración del presidente George W. Bush vetó las propuestas para crear un mecanismo de reestructuración de la deuda soberana. En consecuencia, no existe ni siquiera la pretensión de una búsqueda de reestructuraciones justas y eficientes.
A menudo los países deudores son exprimidos en tal medida que vuelven a quebrar unos pocos años más tarde. Los economistas aplaudieron el intento argentino para evitar este resultado a través de una profunda reestructuración, acompañada por los bonos vinculados al PBI. Pero unos pocos fondos «buitre» –entre los cuales destaca el fondo de cobertura Elliott Management, dirigido por el multimillonario Paul E. Singer –percibieron las tribulaciones argentinas como una oportunidad para obtener enormes beneficios a expensas del pueblo argentino. Compraron los viejos bonos a una fracción de su valor nominal y litigaron para obligar a Argentina a pagar 100 centavos por cada dólar.
Si este principio prevalece, nadie aceptará nunca una reestructuración de la deuda. Nunca se podrá volver a empezar –con todas las desagradables consecuencias que esto implica. En las crisis de la deuda, se suele culpar a los deudores.
Que el Fondo Monetario Internacional, el Departamento de Justicia de EE. UU. y las ONG de lucha contra la pobreza se hayan unido en oposición contra los fondos buitre es un hecho revelador. Pero también lo es la decisión del tribunal, que evidentemente asignó poco peso a sus argumentos. Para quienes viven en países con mercados emergentes o en desarrollo y se sienten injustamente tratados por los países avanzados, existe ahora un motivo más para el descontento frente una marca de globalización administrada para servir a los intereses de los países ricos (especialmente, a los intereses de sus sectores financieros).
El fallo tendencioso y económicamente peligroso del tribunal estadounidense muestra por qué necesitamos ya mismo un sistema de esas características.


En el ámbito académico de EE UU también hubo reacciones. "La decisión tiene implicancias significativas", aseveró Mitu Gulati, profesor de leyes de la Universidad de Duke al New York Times. Y agregó que "el mundo ha cambiado". En la misma línea, Mark Weidemaier, experto en leyes de la Universidad de Carolina del Norte, consideró que "los efectos de lo ocurrido se extenderán al sistema financiero global".


Hasta la mismísima ONU consideró pronunciarse contra el fallo:

La ONU advirtió que el fallo de Griesa “amenaza” al sistema financiero internacional.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) advirtió este miércoles que los fallos de la Justicia de los EEUU que obligan a la Argentina a pagarles a los fondos buitre amenazan con "profundas consecuencias" al sistema financiero internacional.
A través de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), el organismo reiteró su llamado de larga data para un "mecanismo de reestructuración" de la deuda soberana en default. Así, la ONU respaldó la intención de la Argentina de acercar a los denominados "fondos buitre" a un canje de deuda sin mejorar las condiciones que fueran ofrecidas en las reestructuraciones encaradas en 2005 y 2010.
El organismo multilateral se expresó contra el fallo emitido por el juez neoyorquino Thomas Griesa que fuera ratificado por la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito de la misma ciudad y, finalmente, por la Corte Suprema de los Estados Unidos.
La ONU analizó los dos fallos de la Corte Suprema contra la Argentina: el que niega una revisión de la sentencia de primera instancia y el que permite entregar información a los fondos de cobertura sobre activos pasibles de embargo.
Dijo el organismo que esas dos resoluciones dirigidas que benefician a los tenedores de bonos emitidos bajo legislación de Nueva York "resuenan mucho más allá de las fronteras de Argentina y Estados Unidos".
"Las resoluciones son una rotunda victoria de los fondos específicos de cobertura" que se han negado a ingresar al canje de deuda y "les abren la puerta a otros fondos 'buitre' para que soliciten el pago total de alrededor de 15.000 millones de dólares", precisó la ONU.
Y en esa línea el organismo advierte que si la Argentina responde al pasivo con los "holdouts" debe extender el pago total a los tenedores de bonos que aceptaron los canjes de 2005 y 2010, dado que así lo indican las cláusulas del acuerdo.
Eso, según la ONU, sentaría "precedentes jurídicos que podrían tener profundas consecuencias para el sistema financiero internacional". Eliminaría cualquier incentivo financiero para conseguir que los acreedores de cualquier otro país acepten participar en nuevas reestructuraciones de deuda, "en particular para los bonos en circulación sin una cláusula de acción colectiva, cuya cantidad real se desconoce, pero es probable que sea mucha".
En segundo lugar, obligaría a las instituciones financieras de terceros a proporcionar información sobre los activos de los prestatarios soberanos, lo que tendrá un "impacto significativo en el sistema financiero internacional". Eso obligará a las instituciones de servicios financieros a proporcionar información confidencial sobre las transacciones financieras globales de los países, lo que facilitará la ejecución de los contratos de deuda para los acreedores. Y en tercer lugar, el fallo "erosionará la inmunidad soberana".


Veamos ahora qué dice el FMI (no precisamente un amigo de la política económica del gobierno) sobre esta disputa:

Fondos buitre: el FMI, "preocupado" por el fallo de la Corte de Estados Unidos.
El organismo internacional manifestó su alarma por las "por las posibles implicancias sistémicas más amplias" del rechazo del pedido a revisión del caso contra los holdouts.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguró hoy que está "preocupado por las posibles implicancias sistémicas más amplias" que puedan surgir tras la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos de rechazar el pedido de revisión del caso contra los fondos buitre.
El organismo multilateral se encuentra además "considerando muy cuidadosamente" el fallo del máximo tribunal que resolvió no tomar la causa de Argentina contra los holdouts.




Ahora bien, luego de esta defensa de los argumentos argentinos de tantos actores extranjeros, resalta violentamente los esgrimidos por cierta oposición furibunda argentina, la que parece directamente trabajar a favor de los fondos buitres. Pero veamos primero lo que dicen y comparemos sus palabras con las precedentes:


Dijo Luis Alberto Romero en La Nación:

La patria, los buitres y el enano nacionalista.
Pues quien más, quien menos, todos tenemos un "enano nacionalista" sumergido que emerge cuando es interpelado adecuadamente o cuando un sacudón inesperado conmueve nuestras seguridades.
Nuestro nacionalismo patológico se ha caracterizado por combinar la soberbia y la paranoia: los argentinos podríamos ser los mejores del mundo, pero lo impiden nuestros enemigos, de afuera y de adentro.
En algún momento del siglo XX -puede discutirse cuándo-, las certezas se tornaron en incertidumbres y luego en frustraciones crecientes. Entonces el orgullo se transformó en soberbia y a la vez en paranoia. Alguien -nunca nosotros- debía ser el responsable de que nuestro destino de grandeza no se concretara.
Culpamos a Inglaterra, que, según descubrimos en 1930, siempre nos había explotado. Posteriormente cambiaron las ideas y, con ellas, los culpables: el imperialismo, el comunismo, el Fondo Monetario, la subversión, los grandes poderes mundiales y sus socios y agentes locales. Pero siempre hubo un responsable para concentrar la furia: una jefa de gobierno británica, tan nacionalista como los nuestros, un técnico de laboratorio que hizo un simple análisis de orina o un juez norteamericano que se tomó en serio su tarea. Todos "nos cortaron las piernas".
Las definiciones eran diferentes, pero coincidían en una visión unanimista e intolerante que moldeó el sentido común nacional. Para quien puede manipularlo, su utilidad política es enorme, pues sirve para convocar a la unidad nacional cuando las papas queman y para colocar los problemas del país bien lejos, más allá de cualquier responsabilidad local.
Así ocurrió en 1982 cuando el gobierno militar, corroído por luchas intestinas y asediado por la protesta social, encontró una salida en las invasión a las Malvinas.
Pero luego de la crisis de 2001, que conmovió las recientes y poco consolidadas certezas democráticas y pluralistas, la vieja cultura nacionalista volvió a aflorar de la mano del kirchnerismo, su práctica y su discurso. A lo largo de estos trece años nos regocijamos atacando al enemigo de afuera: humillamos al presidente Bush, nuestro invitado; nos liberamos del Fondo Monetario; amonestamos a los poderes mundiales con lecciones de economía política.
El discurso oficial es insostenible por donde se lo mire. El Gobierno tiene buitres en su periferia y en su centro mismo. Los problemas que enfrenta no se deben a la hostilidad del mundo -en general, poco interesado en nuestras cosas-, sino a su impericia e improvisación.
Estos argumentos podrían ampliarse y ejemplificarse, pero difícilmente convencerán a quienes miran el mundo con los ojos de la fe y cuya convicción sólo vacila en el instante del cachetazo.
Néstor y Cristina Kirchner descubrieron la utilidad del antagonismo y de la apropiación facciosa de la Nación. Pero el mayor problema no está en ellos, sino en quienes los escuchan y se reconocen en ese discurso. Su éxito muestra, como ocurrió en la plaza de Galtieri, lo arraigado de la patología nacionalista.
Incluso está presente entre sus opositores, vacilantes cuando se invoca a la Nación amenazada por los "fondos buitres", un nombre que todos usan y que nadie se ha detenido a examinar y cuestionar.
El 15 de junio de 1982 muchos argentinos tomaron conciencia de que habían apoyado y alentado una empresa desastrosa, que sólo podía terminar en derrota y desastre. Por un tiempo se escucharon otras voces y se siguió a otros dirigentes, y el desahogo de las malas pasiones se limitó al fútbol. Hoy el enano volvió para legitimar otra batalla perdida. En su nombre el Gobierno y sus seguidores se rebelan contra el destino adverso y también en su nombre lo aceptan, sin confesar una renuncia a sus principios. Hay muchos argentinos sensatos que, si se empeñan, podrían volver a controlar al enano. Pero me temo que su neutralización definitiva está más allá de nuestras modestas posibilidades.


"La situación puede ser resolver pero sin irritar a la gente, nosotros perdimos el juicio porque abrimos la boca. Ahora necesitamos extender lo máximo que se pueda la negociación", consideró el economista Miguel Ángel Broda.
"El problema tiene solución pero no estábamos preparados. La Presidente dijo que esperaba esta resolución pero se le olvidó decírselo al equipo económico", señaló el economista, y agregó: "Ayer la Presidente dijo que va a intentar pagar la deuda, y que hay extorsión. No hay alternativa, tenemos que negociar con los fondos."
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Dijo Joaquín Morales Solá en La Nación:

La decisión de ayer de la Corte Suprema de Estados Unidos , que ratificó la derrota del gobierno argentino en las dos instancias inferiores.
Cuestiona la estrategia de la conducción económica sobre la deuda e interpela el manejo (y la dirección) de la política exterior argentina.
La Argentina no puede desobedecer la orden que ayer le dio indirectamente la Corte norteamericana, pero cumplirla significará una nueva hemorragia para la escasas reservas de dólares del Banco Central. Es la consecuencia de la autoritaria política del cepo al dólar y de la prohibición de repatriar utilidades para las empresas multinacionales.
El gobierno norteamericano hizo lo imprescindible, pero no fue suficiente. ¿Existió la voluntad de Washington de hacer más? No parece. Es más que evidente que el gobierno de Cristina Kirchner no hizo ningún intento coherente para establecer una relación normal con la administración de Barack Obama durante sus seis años de poder.
En Washington, ya sea en su gobierno o en sus jueces, existe cierto cansancio con el caso argentino.
No sólo hay cansancio, entonces, sino también desconfianza. Distancia, cansancio, desconfianza.
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Dijo Carlos Pagni en La Nación:

Un choque cultural.
Cristina Kirchner está de nuevo ante una opción molesta: debe elegir entre preservar su identidad o mantener la gobernabilidad.
Preservar su identidad significa ser fiel a su discurso. En este caso, no negociar con los fondos buitre o "depredadores seriales", como ella llama a los tenedores de bonos en default.

Ella cultiva un reduccionismo político que le impide pensar que existen decisiones autónomas de la voluntad del que manda. Los jueces estadounidenses siguieron otro criterio. Las obligaciones asumidas en un contrato pueden ser más coercitivas que la razón de Estado. O, dicho de otro modo, cabe imaginar que el poder se incline ante un derecho. Para el kirchnerismo se trata de un choque cultural.


Dijo Fernando Laborda en La Nación:

Siamo fuori de la Copa de la Deuda.

Si lo que ocurrió ayer en Washington se vivía, en medio de la actual pasión mundialista, como el partido decisivo para la Argentina en el camino hacia la imaginaria Copa Mundial de la Deuda , podría concluirse con la típica frase que popularizó un relator de fútbol italiano tras la eliminación de Italia en el recordado Mundial de 1990: "Siamo fuori".
Esperaban, por eso, que el tribunal al menos "ayudara" a la Argentina a ganar tiempo, haciendo una consulta a la Procuración del Tesoro norteamericano, o que comprendiera que un fallo como el que finalmente emitió ayer podría afectar al sistema financiero internacional y complicar nuevas reestructuraciones de deudas de otros países.
La Corte de los Estados Unidos les demostró con absoluta crudeza que la Justicia de ese país se maneja con mucha más asepsia política que los magistrados argentinos. En otras palabras, que juzgan los contratos de acuerdo con lo que está escrito en ellos.
La decisión del máximo tribunal norteamericano de no hacer lugar a la apelación de los abogados del Estado argentino y apartarse del partido en el que los llamados "fondos buitre" vienen ganando por goleada, ahora vuelve a trasladarle la pelota al juez de Nueva York Thomas Griesa.
Podría concluirse que el partido ya está perdido. La vía judicial parece cerca de su fin, pero no la vía de las negociaciones con los "fondos buitre".
Tal vez ahí la Argentina tenga una oportunidad de negociar una forma de pago especial.
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Dijo Bernardo Saravia Frías en La Nación:

O se responde con seriedad o el país lo pagará muy caro.
La reestructuración de la deuda luego del aplaudido y patético default de 2001 tuvo un error de origen: se pretendió imponer una quita de 66%, muy superior a las negociaciones soberanas de la época, que rondaban, en promedio, el 55%. Lo que se presentó altaneramente como una patriada estimuló, en rigor, el reclamo de los fondos buitre.
Siguió después una estrategia jurídica endeble a lo largo de varios años, que no hizo más que profundizar el problema.
Se intentó imponer una dinámica de política menuda y contingente a un proceso judicial en otro país. Autoridades de la más alta jerarquía política e institucional abusaron de las diatribas, como si los juicios se ganaran desde un atril.

Por mucho tiempo, el Gobierno se comportó como un deudor de puño cerrado en su decisión de no pagar. Ahora está obligado a revisar esa estrategia. Aunque los tiempos sean cortos, es momento de enfrentar el problema y resolverlo de una buena vez. La inercia impasible hacia el incumplimiento, para culpar a otros, no es el camino.


Dijo Ricardo Kirschbaum en Clarín:

La mala praxis, sin castigo.

El Gobierno llegó hasta el borde del precipicio y se detuvo. Pero llegó a esa situación dramática envuelto en idas y venidas, en invocaciones patrióticas públicas y desesperadas gestiones secretas. Es lo de siempre: relato público que se contradice con los actos concretos.



Dijo Pepe Eliaschev en Perfil:

Nacionalismo patológico.

Hace pocas horas, coherente con su manera de ver el mundo, la Presidente, pretendiendo hacer una comparación futbolística, dijo que desde el exterior nos “bombean”, aludiendo a que hay árbitros que sistemáticamente resuelven en contra de nosotros. Esto lleva a la idea de que el problema siempre está afuera y nunca adentro: cuando la Argentina decide mirarse hacia adentro, lo hace de manera tan destructiva y auto negadora que ni siquiera sirve para compensar lo que suele prevalecer habitualmente, la idea de que confrontamos enemigos permanentes articulados para hacernos daño, porque somos tan importantes, ricos y decisivos que lo que importa es que la Argentina no prospere.

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Dijo Nicolás Pechersky en Infobae:

Los buitres son argentinos.
Ahora que somos todos expertos en narcotráfico, luego de devorar los 113 capítulos del Patrón del Mal, aprendimos que a lo único que le tuvo miedo uno de los tipos más peligrosos y poderosos del mundo fue a los jueces norteamericanos. Algo en común entre Cristina y Pablo Emilio, el patrón.
Pero Griesa no es argentino y Cristina no puede tolerarlo. Se evidencia en el cambio constante de discurso oficial entre pagar y no pagar, negociar o no y los ridículos y torpes insultos al juez en la solicitada en el Wall Street Journal,
El país no puede caer en jaque por 1.3 mil millones de dólares. Que los holdouts pidan lo que quieran, que ganen o pierdan, pero no podemos desangrarnos por una deuda tan chica. Si eso fuese cierto, mejor vendamos el país a Bill Gates o a Facebook que para ellos eso es un vuelto. De hecho, seguramente nos gobernarían bastante mejor.
Si esa ínfima cantidad de plata para nosotros es un problema, empecemos a mirar por dentro, acusemos a nuestros buitres, persigámoslos judicialmente que acá si tenemos jurisdicción. Para el relato oficial el problema de los buitres es por sus rentas extraordinarias.
Hablemos de rentas extraordinarias con las tierras compradas por monedas y vendidas por millones por Nestor y Cristina en el sur. Hablemos de sus compras de dólares.
El problema definitivamente es de rentas extraordinarias. Pero en este caso, los buitres fueron argentinos, y en gran medida, los votamos nosotros.

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Dijo Tomás Bulat en Infobae:

Honrar las deudas u honrar los fallos.
Sin embargo, en el mundo, las reglas y las leyes están para cumplirlas independientemente sobre qué opinemos de ellas.
Sinceramente, no es relevante la opinión de la Presidente -ni de nadie- acerca del grado de justicia o injustica que tenga el fallo de Estados Unidos, o si es fruto de una conspiración internacional. Lo importante es considerar que las decisiones de política nacional no son una cuestión de opinión personal sino de estrategia de desarrollo para todo un país.
Tampoco es serio que se hable de extorsión. Puede parecerle injusto, como me parece a mí (y a tantos). Puede parecerle inmoral, como también me parece a mí (y a tantos). Pero son opiniones. Un país cumple reglas cuando le suman y cuando le restan: es la condición de vivir en una comunidad internacional.
Hay que honrar las reglas de juego si uno quiere seguir jugando en el mundo.
El mundo al revés.
Pagar una deuda se hace con un principal objetivo: volver a tomar créditos. Pero la primera condición para volver a tomar créditos, no es que pagues deudas que podés refinanciar, sino que si vas a juicio y fallan en tu contra, lo vas a acatar. Esa es la mejor garantía para seguir consiguiendo créditos. Así que, ante la opción, sería preferible honrar fallos a honrar deudas.



Hemos visto que muchos actores internos han traspasado la frontera entre oposición política y cipayismo, contradicen los dichos y opiniones no sólo de su gobierno sino de los mismos actores más importantes del capitalismo internacional, por lo que es saludable tenerlo en cuenta al informarnos y formar nuestra opinión o tomar partido sobre este tipo de debates.
Un par de acotaciones finales sobre el tema para tener en cuenta antes de formarse una opinión definitiva sobre el tema, de parte de alguien que sabe mucho más que este humilde Basurero:

Dice Alfredo Zaiat:

"Si continúa en su abierta parcialidad a favor del fondo buitre Elliott, del financista republicano Paul Singer, como manifiesta en cada una de las audiencias convocadas en su juzgado, Thomas Griesa puede convertir el caso contra Argentina en único en la historia financiera mundial: sería la primera vez en ocho siglos que por una orden judicial los acreedores no pueden cobrar pese al pago efectuado por el país deudor. Sería el default Griesa, categoría hasta ahora desconocida en los mercados internacionales. El deudor paga en tiempo y forma, pero los acreedores no pueden recibir los dólares por un fallo judicial. Este inédito acontecimiento financiero puede ser provocado por el juez de primera instancia del distrito sur de Nueva York, área donde opera Wall Street.
En el período 1800-1945 se registraron 127 episodios de países que declararon el default con una duración promedio de seis años. En los años que van de 1946 a 2006, la interrupción en el pago de deudas se repitió 169 veces de lapso medio de tres años. El inventario también abarca de 1300 a 1799, cuando países europeos considerados hoy muy ricos (Alemania, Francia) contabilizaron varias cesaciones de pago, al igual que Austria, España y Portugal. Estados Unidos no declaró formalmente un default, pero alteró en dos oportunidades la paridad del dólar con el oro (1933 y 1971), lo que implicó pagar su deuda con una moneda depreciada, que en los hechos significó una quita de capital a los acreedores. Este recorrido histórico por 66 países de los cinco continentes forma parte de una investigación apabullante en cifras e indicadores de los economistas Kenneth Rogoff (ex economista jefe del FMI) y Carmen Reinhart en Ocho siglos de crisis financieras. Historia mundial de los defaults.
Todos esos defaults fueron decididos por el país deudor; nunca por un juez que impide a los acreedores cobrar el pago del deudor, como lo dispuso Griesa el viernes pasado.
Nota completa


Finalmente, este humilde servidor público señala, como dice el conocido dicho popular,: "con amigos como estos ¿quién necesita enemigos?..." O, mejor aún, cuando necesitemos defensores para nuestra patria miremos bien antes de elegir uno en nuestro alrededor porque, como dice otro dicho popular que recordamos al princípio: "No hay peor cuña que la del mismo palo…"

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