24 de marzo de 2013

¿Por qué se produjo el golpe de estado del 24 de marzo de 1976?

A esta altura del siglo XXI, las verdaderas razones históricas del golpe de 1976 no están en debate. Ya veremos luego que las declaraciones de su principal ejecutor corroboran finalmente lo que muchos estudiosos e historiadores afirmaron durante estos 37 años.
Por eso Basurero Nacional presenta la versión oficial que esgrimieron los golpistas en aquel 1976, y luego la contrasta con la confesión del ex dictador Videla.

Empecemos con lo que se dijo aquel aciago marzo de 1976:







Proclama del 24 de marzo de 1976.
Agotadas todas las instancias de mecanismo constitucionales, superada la posibilidad de rectificaciones dentro del marco de las instituciones y demostrada en forma irrefutable la imposibilidad de la recuperación del proceso por las vías naturales, llega a su término una situación que agravia a la Nación y compromete su futuro. Nuestro pueblo ha sufrido una nueva frustración. Frente a un tremendo vacío de poder, capaz de sumirnos en la disolución y la anarquía, a la falta de capacidad de convocatoria que ha demostrado el gobierno nacional, a las reiteradas y sucesivas contradicciones demostradas en las medidas de toda índole, a la falta de una estrategia global que, conducida por el poder político, enfrentara a la subversión, a la carencia de soluciones para el país, cuya resultante ha sido el incremento permanente de todos los exterminios, a la ausencia total de los ejemplos éticos y morales que deben dar quienes ejercen la conducción del Estado, a la manifiesta irresponsabilidad en el manejo de la economía que ocasionara el agotamiento del aparato productivo, a la especulación y corrupción generalizadas, todo lo cual se traduce en una irreparable pérdida del sentido de grandeza y de fe, las Fuerzas Armadas, en cumplimiento de una obligación irrenunciable, han asumido la conducción del Estado. Una obligación que surge de serenas meditaciones sobre las consecuencias irreparables que podía tener sobre el destino de la Nación, una actitud distinta a la adoptada.
”Esta decisión persigue el propósito de terminar con el desgobierno, la corrupción y el flagelo subversivo, y sólo está dirigida contra quienes han delinquido y cometido abusos del poder. Es una decisión por la Patria, y no supone, por lo tanto, discriminaciones contra ninguna militancia cívica ni sector social alguno. Rechaza por consiguiente la acción disociadora de todos los extremismos y el efecto corruptor de cualquier demagogia. Las Fuerzas Armadas desarrollarán, durante la etapa que hoy se inicia, una acción regida por pautas perfectamente determinadas. Por medio del orden, del trabajo, de la observancia plena de los principios éticos y morales, de la justicia, de la realización integral del hombre, del respeto a sus derechos y dignidad. Así la República llegará a la unidad de los argentinos y a la total recuperación del ser nacional, metas irrenunciables, para cuya obtención se convoca a un esfuerzo común a los hombres y mujeres, sin exclusiones, que habitan este suelo, tras estas aspiraciones compartidas, todos los sectores representativos del país deben sentirse claramente identificados y, por ende, comprometidos en la empresa común que conduzca a la grandeza de la Patria.
”Al contraer las Fuerzas Armadas tan trascendente compromiso formulan una firme convocatoria a toda la comunidad nacional. En esta nueva etapa hay un puesto para cada ciudadano. La tarea es ardua y urgente, pero se la emprende con el absoluto convencimiento de que el ejemplo se predicará de arriba hacia abajo y con fe en el futuro argentino.
”La conducción del proceso se ejercitará con absoluta firmeza y vocación de servicio. A partir de este momento, la responsabilidad asumida impone el ejercicio severo de la autoridad para erradicar definitivamente los vicios que afectan al país. Por ello, a la par que se continuará sin tregua combatiendo a la delincuencia subversiva, abierta o encubierta, se desterrará toda demagogia.
No se tolerará la corrupción o la venalidad bajo ninguna forma o circunstancia, ni tampoco cualquier trasgresión a la ley en oposición al proceso de reparación que se inicia.
Las Fuerzas Armadas han asumido el control de la República. Quiera el país todo comprender el sentido profundo e inequívoco de esta actitud para que la responsabilidad y el esfuerzo colectivo acompañen esta empresa que, persiguiendo el bien común, alcanzará con la ayuda de Dios, la plena recuperación nacional.”

Jorge Rafael Videla, Tte. Gral., Comandante Gral. del Ejército;
Emilio Eduardo Massera, Almte., Comandante Gral. de la Armada;
Orlando Ramón Agosti, Brig. Gral., Comandante Gral. de la Fuerza Aérea.

Tomado de Dictadura: Antes y Después.




























Pasemos ahora a lo que confesó el dictador Videla desde la cárcel cuando perdió las esperanzas de quedar en libertad por medios judiciales o mediante un indulto presidencial. Allì revela (corroborando lo que numerosos estudiosos e historiadores afirmaron siempre) las verdaderas razones de aquel golpe:



24 de marzo 1976.
Y, finalmente, un extracto de la confesión del principal protagonista de aquel trágico golpe de estado donde, además de varias mentiras y justificaciones falaces, el exdictador confiesa las verdaderas razones del golpe (en su visión autoritaria y paternalista) y la colaboración de algunas instituciones y personajes de la època.
Veamos lo que confiesa (sin autocrítica ni remordimiento) Videla en estos dìas:

Llegamos así, ya en plena lucha contra el terrorismo, al mes de marzo de 1976, en donde padecemos una situación alarmante desde el punto de vista social, político y económico. Yo diría que en ineficacia la presidenta había llegado al límite. Sumando a esto la ineficiencia general se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata.
El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. "¿Van a dar el golpe o no?", me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional. Se trataba de una reunión privada y donde se podía dar tal licencia; una vez utilice este argumento en un juicio y me valió la dura crítica de algunos por haber incluido a Balbín como golpista. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el país. Luego algunos dirigentes radicales, como Alfonsín, lo han negado. 
El hecho efectivo es que el 24 de marzo se produce el levantamiento militar.
Padecíamos vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas. Había un sentir general, que representaba Ricardo Balbín y otros dirigentes, en favor del cambio, de la intervención. La gente nos demandaba que interviniéramos e incluso Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más.
En general, el consenso era que había que hacerlo, quizá porque en Argentina de una forma natural siempre se ha creído que las soluciones políticas cuando los gobiernos fracasaban se arreglaban con golpes de Estado. Y esta ocasión, además, se veía la intervención de una forma justificada ante los extremos a los que habíamos llegado. Hacía falta una medida de fuerza y la gente compartía esa visión. Si nosotros no lo hacíamos, el vacío de poder iba a ser aprovechado por la subversión para llegar al poder y ocupar todo el espacio dejado por otros. Así de sencillo. O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las armas con las instituciones.

Pero, además, el gobierno que teníamos, que actuaba de una forma pusilánime y anarquizante, no estaba en condiciones de hacer frente a la amenaza que vivíamos en esos momentos, en que cada día el deterioro era mayor.

R.A.:¿Había unidad en las Fuerzas Armadas con respecto a esta acción?

Videla: Había unidad total, sin ningún género de dudas. Así como la hubo en lo que fue la lucha contra la subversión, también la hubo en lo que fue la necesidad de llevar a cabo la intervención militar para poner orden en el país.

R.A.:¿Cómo podría definir lo que se denominó entonces como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982)?

Videla: El 24 de marzo se produce el pronunciamiento militar, que no fue una sorpresa para la mayoría de los argentinos porque era evidente que tarde o temprano se iba a producir y ocurrir. Estaba previsto en el guión y todos los sectores políticos y sociales habían sido consultados para confluir en ese resultado esperado. Nosotros éramos conscientes de la situación que se vivía, no podíamos dejar que el país siguiera inmerso en esa crisis y teníamos que actuar. Nuestra intención era ayudar a enderezar el rumbo y teníamos previsto que es lo que había que hacer con urgencia. Salimos a hacer lo que creíamos que había que hacer y estaba en nuestros planes.

La Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, de tal suerte que dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En más de una oportunidad se hicieron públicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podían estar cometiendo en la guerra contra la subversión, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se debía concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carácter violento, sino todo lo contrario. No rompió relaciones, sino que nos emplazó a concluir con esos hechos. Expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más. Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable. Y debe reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto, de la guerra, también tuvimos grandes coincidencias. La Iglesia argentina en general, y por suerte, no se dejó llevar por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada claramente a favor de un bando, de otras iglesias del continente, que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún miembro de esa Iglesia argentina entrara en ese juego pero eran una minoría no representativa con respecto al resto.

R.A.:¿Y con los empresarios cómo fue esa relación?

Videla.: Los empresarios también colaboraron y cooperaron con nosotros. Incluso nuestro ministro de Economía de entonces, Alfredo Martínez de la Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y había un buen entendimiento y contacto. Hubo algún roce, claro, como suele suceder, porque cada uno defiende sus intereses siempre. Pero, en general, fue una buena relación.
Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de desaparecido digamos como algo así nebuloso; en toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe donde está. Esto es así en toda guerra. En cualquier circunstancia del combate, abierto o cerrado, se producen víctimas. A nosotros nos resultó cómodo entonces aceptar el término de desaparecido, encubridor de otras realidades, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo muchos.
El tema es que el desaparecido no sabe donde está, no tenemos respuesta a esta cuestión. Sin embargo, ya sabemos quienes murieron y en qué circunstancias. También más o menos cuántos murieron, luego cada cual que invente sus cifras.
Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya explique antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar "jóvenes idealistas"! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos.
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Tomado de 24 de marzo de 1976: Una visión histórica, una social, la que revelan los cables secretos de EE.UU. de ese entonces y la confesión del dictador Videla







El verdadero objetivo del golpe.
El verdadero objetivo del golpe fue (contrariamente a lo que por décadas afirmaron sus partidarios y exégetas) político y económico, no militar, según lo aclara el mismo Videla:
“Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada; volverla a sus principios, a sus cauces naturales. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica, que impregnaba a vastos sectores; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Un nuevo modelo, un cambio bastante radical; a la sociedad había que disciplinarla para que fuera más eficiente. Queríamos también
disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.

El dictador convalida así tantos artículos, libros, tesis y afirmaciones de tantos estudiosos y políticos que dijeron lo mismo durante años y que fueron vapuleados, desmentidos y ninguneados por algunos políticos y periodistas derechosos que todos conocemos.

El dictador identifica aquí la ideología y las razones del golpe, y lo asocia al modelo socioeconómico y de país del Proceso, que resulta ser el mismo que implementó el menemismo (y que postula la derecha actual) y que es defendido por los medios hegemónicos. Esta verdad casi de perogrullo, sin embargo no era reconocida por quienes se ven ahora salpicados por las palabras del propio Videla.

¿Pero, en ese entonces qué pensaba del golpe la clase empresaria nacional?

Videla reconoce que “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!” Era barato decir eso: ¡Mire el precio que tuve y que tuvimos que pagar! Y no me refiero sólo al precio objetivo de nuestra situación actual, de nuestra prisión actual, sino al precio subjetivo, a los planteos morales. Yo soy creyente, y esta situación me molesta. Confieso que tengo una molestia en el alma, que es cómo hacer para darle una solución a este problema.”

No demanda mucho esfuerzo averiguar de quiénes está hablando Videla, con sólo leer a quienes afirmaron siempre lo mismo desde la academia o desde los medios, alcanza. Sin embargo, el dictador asegura que ninguna corporación le puso palos en la rueda ni lo presionó durante su mandato, contrariamente a lo que podrían decir algunos presidentes de la democracia:
“La verdad es que durante cinco años hice prácticamente todo lo que quise. Nadie me impidió gobernar, ni la Junta Militar ni ningún factor de poder”


Tomado de Videla demolió el muro de imposturas de los defensores de la dictadura y le da la razón a Rodolfo Walsh.








Y este año, el dictador fue nuevamente reporteado por la misma revista e insistió con su versión y además llamó a un futuro golpe contra las presentes autoridades democráticas:


La nostalgia del dictador.
(Dirigiéndose a los militares de hoy) “Quiero recordarles a cada uno de ellos, principalmente a los más jóvenes, que hoy promedian las edades de 58 a 68 años, que aún están en aptitud física de combatir, que en caso de continuar sosteniéndose este injusto encarcelamiento y denostación (sic) de los valores básicos, ameriten el deber de armarse nuevamente en defensa de las instituciones básicas de la República, hoy avasalladas por este régimen kirchnerista encabezado por la presidenta Cristina y sus secuaces”,
“Argentina soporta hoy una nueva guerra, tomando las instituciones como rehenes y desacreditando los principios y valores que les dieron origen y razón de ser”.
La República ha desaparecido”, advirtió. “No hay otro camino para este país (que) reaccionar en la búsqueda de los principios y valores (para) reencontrarse con la República hoy desaparecida”, continuó, como si no hubiera sido suficiente.
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Según Videla, "de perpetuarse el gobierno actual en el poder serán nuevamente las Fuerzas Armadas y de Seguridad junto al pueblo del cual provienen", quienes lo "impedirán por imperio de lo normado en la Constitución Argentina", según consignó Tiempo Argentino.

Y añadió: "La 'vendetta' seguirá mientras persista el Unicato".

El ex dictador dijo que "el error más grave" de las fuerzas armadas fue no haber hecho "una apertura política ordenada" a fines de 1978. "A mi juicio, el error más grave fue el no darle otra razón de ser que justificara su existencia, luego de haber logrado -a mediados de 1978- su objetivo primario, cual era poner orden frente a la anarquía con que amenazaba el vacío de poder generado por el Gobierno de la presidenta María Estela Martínez Perón, después del fallecimiento de su marido. En mi opinión era ese el momento para una apertura política ordenada", explicó.

Por último, Videla advirtió que "la Argentina soporta hoy una nueva guerra sin hacer uso de la violencia física, tomando a las instituciones como rehenes y desacreditando los principios y valores que les dieron origen y razón de ser".
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Más información sobre la confesión de Videla en Videla demolió el muro de imposturas de los defensores de la dictadura y le da la razón a Rodolfo Walsh.


Más información sobre el plan militar diseñado por los dictadores en Cómo se diseñó, en 1975, el genocidio que ejecutó la dictadura cívico-militar

Más información sobre elplan económico diseñado por los dictadores en La trama financiera de la última dictadura



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