6 de junio de 2012

No sé lo que quiero pero mi dólar lo quiero ya... ¿Síndrome de abstinencia de la clase media?

Para dilucidar esta incógnita ensayemos un diagnóstico sobre este virus del "dólar menemista" que afecta a nuestra sociedad, por medio de un puñado de preguntas. Como continuación de la nota anterior sobre esta "peste verde" que aqueja a nuestra economía, este servicial basurero emprende hoy un análisis de la misma partiendo de algunas simples preguntas que se hace el ciudadano de a pié sobre el remanido y fogoneado valor del dólar estadounidense, y dejemos que las contesten personas que saben más que este humilde servidor público. Empecemos ya con las mismas:


¿Es legal el dólar paralelo?

Las operaciones de compraventa de dólares en el mercado marginal son ilegales. Están alcanzadas por la ley penal tributaria, al suponer que ese movimiento de dinero proviene de fondos no declarados al fisco, y por la ley penal cambiaria, que sanciona esas transacciones. Estas condiciones del circuito irregular de divisas no es información confidencial. Pese a que se conocen esas características de una actividad penada por la ley, en estos días analistas y comunicadores sociales han reiterado en varias ocasiones que si alguien recibe la validación de la AFIP resulta conveniente la compra de dólares en el mercado oficial para luego venderlos en el paralelo. La impunidad, la casi nula condena social y la ausencia de una advertencia de compañeros de trabajo a esa convocatoria a la ilegalidad están naturalizadas por el objeto fetiche en cuestión: el dólar.
Es difícil encontrar opiniones aprobando el contrabando o justificando públicamente la evasión impositiva. En cambio, con el dólar todo es válido. Presentar amparos judiciales para comprar 10 dólares; viajar a Colonia para conseguir dólares en el casino, simulando jugar con fichas previamente obtenidas entregando pesos; y hasta hacer contrabando hormiga de divisas a través de Bolivia, Paraguay o Chile. Eso sí, todos los que de una u otra manera participan de esta anomalía luego levantan el dedo admonitorio por la falta de justicia, la corrupción y los niveles de pobreza.
“Argentina es el único país del mundo donde el cemento se vende en pesos, los ladrillos se venden en pesos, la mano de obra se paga en pesos y los departamentos cotizan en dólares”.
La adaptación de una definición del novelista vasco Pío Baroja sobre la existencia de distintas clases de españoles realizada a principios del siglo pasado colabora para acercarse al comportamiento de argentinos con el dólar. Esa conducta se manifiesta en siete situaciones

1. los que no saben;
2. los que no quieren saber;
3. los que odian saber;
4. los que sufren por no saber;
5. los que aparentan que saben;
6. los que triunfan sin saber, y
7. los que viven gracias a que los demás no saben.

Estos últimos se llaman a sí mismos “economistas profesionales”, conocidos por su debilidad por el establishment y por circular por los grandes medios con el objetivo de alimentar la ansiedad del drogadólar dependiente.

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Pero entonces ¿cómo se calcula el valor de dólar?

No es inocente ocultar que el nivel adecuado del tipo de cambio real está vinculado también con otras variables que son clave en su determinación. Las más importantes son el desempeño del saldo de la balanza comercial, de las exportaciones y de las importaciones; los salarios en dólares en relación con otros países; el recorrido de las monedas de los países con los que se mantienen importantes flujos comerciales; la productividad laboral; el precio de las commodities de exportación y los términos de intercambio; el impacto de la crisis internacional en el flujo comercial y de divisas; y el stock de deuda y exigencias de divisas para su pago.
Esta es una buena base para empezar a debatir sobre el nivel de competitividad de la economía, los desafíos que se le presentan y las políticas necesarias para seguir preservando un nivel adecuado de tipo de cambio real para la producción. Limitar el análisis a la simple relación con la inflación doméstica es, además de insuficiente y superficial, una señal de síntomas evidentes de TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) con el dólar.

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¿Sólo hay fuga de divisas en Argentina?

En lo que se refiere a la actual controversia sobre si resulta necesario empezar a pensar en pesos la misma se da en un contexto en el que el dólar comenzó a fortalecerse en el mundo y -paradójicamente- los inversores, fronteras afuera, huyen de otras monedas para refugiarse en él.
La mayoría de las divisas comenzaron a debilitarse frente a la estadounidense. Incluso, su rival, el euro está cerca de sus niveles mínimos de los últimos dos años.
¿Por qué el dólar se fortalece en el mundo?
El motivo de su recuperación encuentra varias razones. Una de ellas es que la situación europea tiende a complicarse cada día más. Otra, es que los países emergentes -liderados por China, India y Brasil- muestran cierta desaceleración en sus tasas de crecimiento.
Pero además existe otra cuestión: en el caso de la Eurozona la sensación de inestabilidad se agravó a partir del resultado de las elecciones en Grecia. Sus nuevas autoridades se muestran un poco "rebeldes" y con poco margen para seguir con los planes de ajuste exigidos por las autoridades del bloque.
A lo que sucede en esa nación se agrega lo que ocurre con España y la endeble posición que está atravesando su sistema bancario, encabezado por la crisis Bankia -el cuarto más importante-.
"La aversión al riesgo se mantiene en un punto máximo debido a que la incertidumbre en la zona euro sigue latente, pues a los problemas de Grecia se suman los de la banca española. Ante ello, los inversores prefieren refugiarse en el dólar, presionando su cotización al alza", señaló Gabriel Holand, CEO de HR Global.
"Mayo ha sido el peor mes para el euro desde que empezara la crisis. Hay entidades que proyectan su cotización a 1,20 frente al dólar en el corto plazo. Y hasta no suenan descabelladas las hipótesis colocan en paridad a ambas monedas en el mediano término", considera el analista internacional mexicano Luis M. González.
"Es por esto que en los últimos dos meses se observó un proceso de salida de divisas de varios países, el debilitamiento de sus monedas y la búsqueda de activos de refugio, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos o los alemanes", agrega Castro.

El caso particular del real.
Brasil, el preferido de los mercados emergentes, comienza a verse afectado por factores como la desaceleración económica y los cambios en los flujos financieros, además del impacto por los vínculos comerciales que tiene con la golpeada Europa y la debilitada China.
En este contexto, el Gobierno ya ha tomado medidas, como la rebaja de las reservas que deben guardar los bancos o la reducción de impuestos para los consumidores que compren 0km, si bien aún se debe comprobar la efectividad de las mismas.
La brusca suba del dólar en ese país tiene su origen en la gran salida de capitales que sufrió la Bolsa de Brasil que, a su vez, le confiriera un profundo debilitamiento al real.
En apenas un mes, el índice Bovespa acumuló una baja del 17% y tocó su peor nivel en un semestre.
Como consecuencia de este drenaje, la moneda brasileña se debilitó nada menos que un 6% frente al dólar pese a que, en algunas ruedas, intervino el Banco Central para evitar que el derrumbe fuera aun mayor.
Según cifras de Citi y Morgan Stanley recogidas por Bloomberg, en apenas cuatro días (del 21 al 25 de mayo) salieron u$s1.500 millones de los mercados emergentes. En las otras cinco sesiones la sangría fue de u$s2.300 millones.
En cuanto a las divisas más buscadas el dólar, el yen y el franco suizo se encolumnan en la preferencia de los inversores. También se enciende el interés por los bonos soberanos estadounidenses y alemanes.
En cuanto a lo que pueda suceder con la moneda brasileña -según los operadores consultados- los inversores siguen apostando a que la divisa estadounidense se estabilizará en torno de los 2 reales, dejando definitivamente atrás, al menos por un tiempo, niveles por debajo de 1,70.

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¿Por qué no nos dejan ahorrar en dólares? Si son nuestras repetidas crisis económicas, defaults de deuda, inflaciones altas e hiperinflaciones las que condicionan la cabeza del argentino.

Brasil es uno de los ejemplos más cercanos que se exhiben para ilustrar que en su mercado inmobiliario las operaciones se concretan en la moneda nacional. El dólar no es tomado como referencia para la cotización de las viviendas. Aquí es donde se expresa con nitidez que no se trata sólo de un tema económico, sino de una pauta cultural de los agentes económicos. En no pocas oportunidades se ha explicado que el TOC con el dólar en Argentina tiene su origen en el padecimiento de sucesivas crisis económicas, devaluaciones, años de alta inflación hasta hiperinflación y repudio de contratos económicos, como el default de la deuda.

En ese inventario de descalabros el caso brasileño no es muy diferente al argentino. En la investigación Ocho siglos de crisis financieras. Historia mundial de los defaults, el ex economista del FMI Kenneth Rogoff y el ex vicepresidente del banco de inversión Bear Stearns Carmen Reinhart revelan que Argentina no se encuentra al tope de los países defolteadores de la región. Desde su independencia, Argentina defolteó siete veces, siendo el último de gran magnitud. Brasil lo hizo en nueve oportunidades. El recorrido inflacionario también tiene muchas similitudes. Brasil registró tasas de inflación altas que se ubicaron por encima del 30 por ciento a partir de 1974, con picos de 235 por ciento en 1985, para describir un salto a la hiperinflación en el período 1988-1994 con un piso de 1000 por ciento anual y un máximo de 2700 por ciento en 1993.

Brasil reúne entonces las mismas condiciones de experiencias pasadas traumáticas de la Argentina para explicar los motivos del atesoramiento de dólares o la referencia del valor de inmuebles en dólares. Pero otro es el movimiento económico cotidiano, lo que no implica que grandes capitales brasileños no fuguen dinero al exterior o desvíen fondos no declarados hacia paraísos fiscales o hacia la compra de inmuebles en Punta del Este. Pese a ese tradicional comportamiento de las elites latinoamericanas, el desarrollo de transacciones domésticas relevantes tiene como unidad de cuenta el real, la moneda nacional. En esa instancia, aparece la pauta cultural que altera la economía argentina, que fue consolidada con la fantasía de la convertibilidad. Ese régimen terminó de marcar a fuego el carácter bimonetaria de la economía.

La tarea de desarticular la conducta dolarizadora no es sencilla ni inmediata. La dificultad de esa labor no implica resignarse y abandonarla, sino encontrar la estrategia adecuada para ir cambiando prácticas que se hicieron habituales. Por ejemplo, la actividad de compraventa de autos se ha pesificado y sólo se mantiene la referencia dólar para unidades de alta gama. Luego de la renegociación del default, el 38 por ciento de la deuda pública se ha pesificado, mientras que el sistema financiero posee un muy bajo grado de dolarización. El segmento en moneda extranjera en los bancos es una parte relativamente pequeña del total de depósitos y préstamos. Las colocaciones en dólares representaban en promedio el 56 por ciento del total en el período 1995-2001, alcanzando un máximo de 66 por ciento en 2001. Hoy representan apenas el 13 por ciento de los depósitos totales. En el caso de los préstamos en moneda extranjera la diferencia es más notoria. En 1995-2001, en promedio se habían constituido en dólares alrededor del 65 por ciento de los préstamos, con un pico de 72 por ciento en 2001. Actualmente representan apenas 14 por ciento, créditos restringidos a operaciones de comercio exterior.

El mercado inmobiliario y el atesoramiento de billetes verdes como supuesto refugio de defensa del poder adquisitivo son dos frentes de resistencia de la dolarización. En el primero, el proceso de pesificación requiere ciertas regulaciones sobre publicidad y comercialización, además de modificaciones culturales en un marco de crecimiento económico y estabilidad cambiaria. En el segundo, haber sido la peor opción financiero en los últimos diez años no ha sido suficiente. Sólo la evolución del dólar en el mercado internacional podrá desalentar el ahorro en esa moneda, que se devalúa, está siendo desplazada lentamente como activo de reserva por las potencias emergentes y, además, pierde poder adquisitivo. En los últimos 25 años, de acuerdo con la evolución del índice de precios de Estados Unidos, su capacidad de compra descendió 50 por ciento. Este es un ciclo autónomo de la dinámica económica local con su cultura dolarizadora, pero ese proceso de declive del billete verde a nivel internacional no debería ser ignorado por aquellos que manifiestan síntomas de TOC con el dólar.

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No sé lo que quiero pero mi dólar lo quiero ya... ¿Síndrome de abstinencia de la clase media? ¿Por qué no respetan mi adicción y mi derecho a ahorrar en dólares?

Las restricciones a las ventas de divisas, contra lo que proclama la Vulgata dominante, son legales tanto como usuales en nuestra historia y en la práctica de otros países. Una devaluación abrupta del peso no funcionaría del modo (en promedio) virtuoso de la de principios de siglo: otras son las circunstancias domésticas y globales. Se produciría una fuerte transferencia de ingresos contra los sectores de ingresos fijos o en general menos poderosos. Y, lo que es suficientemente grave, el Estado perdería el timón de la economía.
El dólar es un bien escaso, por lo tanto regular e intervenir en los mercados respectivos es una prerrogativa-deber del Estado. No tienen razón quienes alegan una plenipotencia individual para traficar con divisas. Sobra jurisprudencia sobre el tema, lo que no equivale a vaticinar que no habrá amparos exitosos contra las restricciones. Ello es así por dos razones. La primera, digamos virtuosa, es que una norma genéricamente correcta puede ser ilegalmente nociva en casos particulares, que la Justicia debe contemplar. La segunda, no tan dichosa, es que hay demasiados jueces con “la cautelar fácil” y voluntad de tener su cuarto de hora (multi)mediático.

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¿Por qué no devaluamos y aceptamos el valor del dólar "blue"?

Presiones cambiarias.
La diferencia entre el dólar en el mercado oficial y el que se negocia en el circuito ilegal alimenta la especulación en la city sobre una fuerte devaluación, versión que impulsan economistas del establishment.
La brecha entre la cotización oficial del dólar y la del segmento ilegal gatilló el debate sobre la supuesta pérdida de competitividad de la economía. El establishment financiero reclama una fuerte devaluación.
Cash analizó los costos de una devaluación: los beneficiados serían los grupos concentrados y los que pierden, los trabajadores.
Tras las elecciones presidenciales de octubre último, se instaló de parte de algunos medios la idea de que el tipo de cambio estaba retrasado, sobre todo si se tomaba en cuenta la depreciación del real, una moneda clave por la estrecha relación comercial con Brasil. En primer lugar, la moneda brasileña se encuentra recién ahora en la misma paridad que mostraba en enero de 2009, luego de un fuerte proceso de apreciación que se inició en 2003, cuando se transaba a 4 unidades por dólar, según la serie histórica del Banco Central do Brasil. La Argentina en ese lapso llevó a cabo una devaluación progresiva y constante de su moneda respecto del dólar, pasando de una cotización de 2,90 pesos a los 4,49 actuales.
Una devaluación abrupta se traduce, para quienes viven de su salario o no tienen un ingreso regular, en un aumento del costo de vida.
El traslado a precios podría ser directo, a través de los bienes importados, y otro indirecto, debido a la suba en el costo de los insumos importados. Una fuerte devaluación generaría también presiones alcistas sobre la tasa de interés, aumentando el costo del capital de trabajo de las empresas, lo que también se reflejará en un aumento de precios. Los exportadores saldrían favorecidos en el corto plazo. ¿Quiénes son los que se benefician? Los banqueros, las transnacionales, los grandes holdings empresarios y quienes tienen sus fondos en dólares en el exterior.
Este conjunto de actores son los que protagonizan la fuga hacia los dólares. Muchos obtienen suculentas ganancias vendiendo esas divisas en el mercado negro, ampliando la diferencia en el precio con el oficial y generando un escenario para especulaciones de todo tipo.

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Finalmente, si retomamos la disyuntiva expresada en la anterior nota de Basurero Nacional ¿Dólares "blue", dólares "paralelos" o dólares "para lelos"? El pertinaz virus del "dólar menemista" (la que podemos expresar como ¿devaluamos definitivamente la economía o pesificamos el sentido común?) la respuesta ahora es más clara: debemos inmunizarnos del virus del "dólar menemista" y dejar de pensar nuestro país como bimonetario, no sólo porque eso perjudica la economía nacional sino porque (como demostramos en la nota anterior) también deteriora nuestros ahorros personales. Para combatir este pertinaz "virus", repetimos, lo mejor es la prevención, la que se logra con información fidedigna. Y de eso se tratan estas notas.


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