31 de mayo de 2012

¿Dólares "blue", dólares "paralelos" o dólares "para lelos"? El pertinaz virus del "dólar menemista".

¿Dolarizamos la economía o pesificamos el ahorro? ¿Es negocio ahorrar en dólares? ¿Devaluamos o pesificamos el sentido común? El problema relacionado con el dólar que aqueja a nuestro país desde hace décadas, pero principalmente desde que el menemismo creó el cepo del “uno a uno”, consiste en que seguimos pensando nuestro país como bimonetario (peso y dólar), cuando desde el 2002 sólo usamos, compramos, vendemos y, principalmente, emitimos pesos argentinos. Esta dolarización mental (aprovechada y fogoneada por los medios hegemónicos)que sufrimos y que nos lleva a vivir pendientes de los saltos, idas y venidas en los medios del valor del dólar oficial, el paralelo o "blue" (que más que blue debería ser black, o meramente ilegal) y el "dólar a futuro" podemos llamarla el “virus del dólar menemista”, ya que no es otra cosa que el resabio, la resaca de la borrachera del menemato (aunque no exclusivamente) de la que aún estamos saliendo.
Este obstinado virus menemista (como todo padecimiento nacido en ese período presidencial, nos ha perjudicado profundamente, y de ellos aún no nos hemos librado totalmente) ha debilitado nuestra capacidad de ahorro y ensuciado el increible crecimiento del país en estos años, aunque parezca mentira.
Como explicó el senador Aníbal Fernández en un reportaje por radio realizado en radio Continental, desde el 2003 dolarizar nuestros ahorros no es negocio. Veamos por qué:

Una persona que hubiese colocado en enero de 2003 el equivalente de 100 dólares a plazo fijo en pesos, hoy tendría el equivalente a 160 dólares. Si, en cambio, lo hubiese colocado en plazo fijo en dólares, hoy tendría sólo 107 dólares. Si ese equivalente de 100 dólares los hubiese colocado en bonos nominados en dólares hoy tendría 320 dólares. En cambio, si los hubiese colocado en bonos nominados en pesos, hoy tendría el equivalente a 766 dólares. Vemos así que claramente no fue megocio ahorrar en dólares en esta década.
Es decir que el sentido común racional dictaminaría no dolarizar los ahorros, en cambio el "sentido común" argento (influido erróneamente por nuestra historia y por los medios hegemónicos) nos dicta lo contrario... y así nos fue.
Los brasileños piensan distinto de nosotros y por eso descionocen olímpicamente la cotización del dólar, y ni se les ocurre dolarizar sus ahorros. Por eso en Brasil hay en billetes físicos 6 dólares per cápita; en cambio en Argentina hay 1300 dólares per cápita. Quizás sea hora de desdolarizar nuestros ahorros, y mejor aún nuestra economía porque, como es sabido, Argentina no emite dólares sino pesos, y los vaivenes del destino del dólar puede llevarnos al desastre, como ya lo conocimos.

Escuchemos ahora los argumentos del senador:


Reportaje a Aníbal Fernández en el programa radial de Magdalena Ruiz Guiñazú.






Pero ¿el mercado del dólar “blue” (léase ilegal) es tan importante como dicen los medios hegemónicos? Veamos:

El dólar blue superó la barrera de los $6 y se distancia cada vez más del oficial.
El “contado con liqui” creció. El billete “oficial” sigue a $4,48.
El blue pegó ayer otro gran salto, que lo llevó a atravesar la barrera de los 6 pesos. El dólar en el mercado paralelo osciló entre los $6,06 y $6,14 en la plaza porteña, en un contexto especulativo que nació a partir de que el Gobierno incrementó al máximo los controles en el segmento formal. A su vez, el “contado por liquidación” también rozó los 6,14 pesos.
Sin embargo, cambistas consultados aseguran que el volumen de operaciones que se registra en el mercado ilegal es “chico” y que el Banco Central sigue siendo un comprador de privilegio y principal demandante, pero lo concreto es que hay miles de operaciones, sobre todo inmobiliarias, complicadas por este cuadro.
El Gobierno por ahora se limita a tratar de reprimir la venta ilegal, y por ello inspectores de la AFIP y efectivos policiales clausuraron dos cuevas que ofrecían dólares a $6, lo que derivó en una inmediata suba de precios a raíz del mayor riesgo que implica comprar en un mercado ilegítimo.
De esta manera, la divisa mayorista cotizó con una tendencia ligeramente tomadora por el bajo nivel de ofertas.
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Por lo tanto, si el mercado del dólar es chico, lo que confirma que el fenómeno es realmente un virus es el hecho de que no es negocio pasar nuestros ahorros a esa moneda. Pero eso sólo puede verse si nos alejamos de los titulares diarios y sensacionalistas de periódicos, radios y programas de TV, y por el contrario, como corresponde, contextualizamos el fenómeno en términos históricos, de meses o años, olvidando el cortoplacismo que no nos deja ver el bosque (verde, por supuesto). Para eso, repasemos brevemente este análisis del diario digital IProfesional realizado el año pasado, y que toma un período de mediano plazo para sacar conclusiones que van a contramano del “sentido común” argento (afectado por el virus del dólar menemista).:


Dólar vs. plazo fijo: quién gana el clásico en lo que va del año y puede quedarse con la "Copa 2011".
Más allá de los grandes "clásicos" que suelen enfrentar en el terreno deportivo a importantes equipos de fútbol en todo el mundo, existe otro, que se juega a diario en las calles del microcentro porteño, que pone frente a frente a los "hinchas del dólar" y a los "defensores del plazo fijo".
En este caso, y a lo largo de los últimos meses, las victorias no se alternaron entre uno y otro sino que han favorecido a uno de estos dos "eternos rivales".
En efecto, si se analiza la evolución del billete verde (en el mercado formal de cambios) frente a la rentabilidad que ofrece un depósito a plazo, claramente, esta última opción se ha alzado como la ganadora, al "derrotar" por unos cinco puntos porcentuales a la primera.
Una ganancia de esta magnitud es todo un logro. En particular, para los grandes inversores, si se considera que es una apuesta casi libre de riesgo y que, en Estados Unidos, las tasas de interés rondan el 0,25 por ciento anual.
A modo de ejemplo: aquél que colocó su dinero en un banco hace exactamente un año recibió una retribución cercana al 10 por ciento.
Quien, en la vereda de enfrente, optó por dólar, lo compró a $3,93 por unidad y lo vendió a $4,12, habrá incrementado su patrimonio en apenas un 4,8 por ciento. Es decir, la mitad.
Haciendo cuentas, quien por ejemplo vendió 10.000 dólares en mayo del año pasado, obtuvo $39.400 que, colocados al 10% anual, se convirtieron en $43.340.
Si, para completar el círculo, en estos días recompró los billetes y pagó $4,12 por unidad, se hizo de 10.520 dólares.
Vale decir que, sin tener que hacer grandes tramiteríos ni afrontar elevados riesgos, obtuvo una diferencia del 5% solamente moviendo su dinero de un lado al otro.
Esto es lo que explica por qué el volumen de las colocaciones en los bancos no para de crecer, pese a que éstos paguen tasas que son menos de la mitad de la inflación.
"No es un dato menor que en lo que va del año, la mitad de los agregados monetarios privados se fue a plazo fijo", afirma Ramiro Castiñeira de Econométrica.
"Si bien el ahorrista pierde contra la inflación gana contra el ´verde´ y, encima, los depósitos en esa moneda prácticamente no rinden nada. Por eso se elige al plazo fijo", destaca Castiñeira en diálogo con iProfesional.com.

Un clásico que viene de larga data.
Una visión de más largo plazo también les da la razón a los "plazo adictos", pues desde principios del 2010 al presente, la tasa de interés promedio en pesos ha sido del 10,2% anual, frente a una variación del dólar de apenas el 4,2 por ciento.
En este punto, las opiniones de los expertos son unánimes: aun cuando saben que pierden poder adquisitivo en manos de la inflación, su punto de referencia es el incremento de su patrimonio en dólares.
En tal sentido, de acuerdo con las proyecciones que se manejan respecto de ambas variables (dólar y plazo fijo), se estima que la rentabilidad se mantendrá en torno del 5,5% anual.
"Una moderada suba en los rendimientos bancarios, junto con la expectativa de que el dólar mantendrá su actual línea, hacen suponer que esta tendencia permanecerá en los próximos meses", agrega el analista de Econométrica.
Según un sondeo de la consultora internacional LatinFocus, la opinión mayoritaria de los analistas es que el billete verde cotizará para fines de septiembre a $4,14 y para diciembre a $4,22.
Con estos datos sobre la mesa, cabe esperar que el actual proceso de ganancias en dólares, en torno del 5%anual, se mantenga por lo menos durante 2011.
Las empresas y grandes inversores mayoristas entendieron este "juegito" hace tiempo.
Y es por eso que los plazos fijos no paran de crecer, a pesar de que paguen menos que la inflación.

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Ahora bien, para no tomar a rajatabla lo que expone el senador Fernández o lo que sugieren algunos periodistas, consultemos un estudio de economistas de la UBA al respecto:


El dólar, mal negocio para los ahorristas.
Según un informe de dos economistas de la UBA, desde 2003 hasta la fecha, el que invirtió $10 mil comprando verdes obtuvo $ 13.100, mientras que el mismo dinero colocado en la Bolsa se habría transformado en $ 43 mil.
Además, el trabajo –realizado por los economistas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires Estanislao Malic y Andrés Asiain– concluye que aquellos ahorristas que optaron por el dólar como alternativa de inversión frente a otras opciones como el plazo fijo en pesos o la Bolsa de valores se equivocaron de punta a punta, porque cualquier otra opción les hubiera resultado más redituable.
Con respecto a la evolución de la salida de capitales, el informe de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche (que toma como base los datos del propio Banco Central) concluye que desde que se instauraron las medidas que restringen las operaciones con dólares al mercado legal y tomando en cuenta el nivel de ingresos del interesado, la fuga de divisas se redujo y aumentó sensiblemente el acopio de reservas de la Argentina.
Para tener una noción de la ruptura que se produjo en la tendencia, alcanza con señalar que en los cinco meses previos a la adopción de las restricciones (enero-octubre 2011), la fuga de divisas fue de U$S 13.698 millones, mientras que en los cinco meses posteriores (noviembre 2011-marzo de 2012) se contrajo a U$S 1880 millones. Esto quiere decir que en términos porcentuales, la fuga de divisas cayó más del 86%.
“Aquellos que proponen la liberación total del dólar es seguro que también quieren acompañarlo con una devaluación del peso, y esto implicaría un fuerte aumento de la puja distributiva que puede desencadenar en una hiperinflación”, explicó a Tiempo Argentino Asiain.
El informe de la dupla Malic- Asiain, denominado “El dólar, ¿la mejor opción para el ahorrista?”, desbarata esta idea pues indica que de las opciones más utilizadas por los argentinos para defender sus ahorros, la inversión en dólares resultó la menos conveniente de todas. “Tomando como base enero de 2003 y asumiendo que tres ahorristas invirtieron $ 10 mil, el análisis de los rendimientos muestra que el ahorrista que compró acciones (en el Merval) es el más favorecido, valiendo sus ahorros, en mayo de 2012, $ 43 mil”, en cambio el que “optó por un plazo fijo en pesos (una opción menos riesgosa) pasó a tener $ 21.400, mientras que el que apostó al dólar, sus ahorros pasaron a valer $13.100, y si se arriesga a cambiarlos en el paralelo tendría $ 17 mil, es decir menos aún que quien optó por la tranquilidad de un plazo fíjo.”
De esta manera, el trabajo desmitifica una visión muy arraigada en la clase media de que la inversión en la compra de dólares resulta la más atractiva, cuando claramente se ve que en el período que oscila entre 2003 y mayo de 2012 esto no fue así.
“La falta de información y conocimiento sobre los rendimientos que genera cada una de ellas lleva a muchos ciudadanos a tomar sus decisiones de ahorro a partir de rumores y visiones que no tienen fundamento económico”, concluye el informe.
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Veamos ahora lo que dicen sobre este obstinado “virus”, sobre la obra del gobierno que nos lo “inoculó”, y sobre cuál sería el posible “antibiótico” para erradicarlo, tres prestigiosos economistas no ortodoxos ni alineados con los intereses económicos contrarios a los nuestros (quienes a su vez suelen peregrinar por los medios predicando sus recetas tan ortodoxas como fracasadas y sus profecías nunca cumplidas):


La pesificación que falta.
Por Mario Rapoport
La Argentina no ha terminado de salir de su propio cepo mental, que no es sólo producto de la apetencia por el dólar o de tenerlo como moneda de refugio. Ésos son síntomas y no razones estructurales de una situación a la que en cierta forma muchos deudores están obligados a responder y otros se aprovechan para hacer negocios ilícitos. Si excluimos a los tránsfugas del mercado de divisas, la responsabilidad principal de que esto ocurra no está sólo en los que ahorran en dólares. Ese ahorro no ha sido muy fructífero durante la convertibilidad ni tampoco en los últimos años, salvo para dos cosas: viajar al exterior y cubrir las operaciones del mercado inmobiliario. Aquí sí está el verdadero problema. Los estímulos para el ahorro y los elementos de riesgo son mayores con un rubro de la construcción dolarizado y donde el sistema crediticio no funciona o funciona mal. El nudo de la cuestión radica en la dolarización de este segmento que mueve muchísimo más que el turismo externo y donde no sólo existen los que invierten para ahorrar o tener algún tipo de renta, sino una parte sustancial de gente que se involucra a fin de adquirir una vivienda digna, en un país donde el déficit habitacional es muy alto.
Introducir el dólar como la moneda de pago en este sector convierte sus operaciones en un sistema especulativo y de juego financiero que no depende de los propios costos de la construcción sino del capricho de los que especulan en el mercado de divisas, más aún si se da, por ejemplo, una situación, como la actual, de un cerrojo cambiario. Los contratos inmobiliarios que se hacen en dólares están presos de la misma enfermedad a la que nos llevó la convertibilidad o en la que está actualmente la eurozona en los países europeos. Dependemos de una moneda que no es la nuestra, que no tiene circulación legal forzosa, y con la que no se abonan los salarios ni se realizan negocios internos. De modo que no hay razón alguna para que el mercado de inmuebles permanezca dolarizado. De hecho, por ejemplo, en Brasil no lo está. Esta cuestión es la que no permite resolver el problema de la salida de la dolarización en la Argentina (…) Hay quienes afirman que esta situación es un resultado del proceso inflacionario y nos asustan diciendo que con una inflación del 25% nos vamos a una crisis como las del 2002 o a una formidable devaluación. Cierto es que consideran a la inflación aisladamente, nunca la vinculan con la tasa de crecimiento, de desempleo o a la distribución de los ingresos.
Tampoco echan una mirada a procesos históricos anteriores. Martínez de Hoz en su discurso inaugural, cuando se hizo cargo de la cartera de economía en la última dictadura militar, puso como eje el combate a la inflación, entonces del 450% anual (leemos bien, no del 20 o 25%) y con sus políticas neoliberales (entre otras cosas comprimir brutalmente los salarios e iniciar un formidable proceso de endeudamiento externo) no la pudo achicar más que a niveles del 100 al 175% anual (no 20 o 25%). La dictadura dejó la economía, en 1983, con cerca del 340% de inflación anual, una tasa de crecimiento casi nula para todo el período y una profunda crisis desde 1981.
Pasamos de largo por las épocas hiperinflacionarias de Alfonsín y los primeros años de Menem (donde no podemos realizar comparaciones con la situación actual) y el santo remedio de la Ley de Convertibilidad. Si medimos de punta a punta el período Menem-De la Rúa, tuvimos una tasa de crecimiento cercana a cero, incluyendo la traumática crisis de 2001-2002. Luego vino la devaluación y pesificación asimétrica, el país superó el default, y comenzó un proceso de reindustrialización y de recuperación del empleo que nos protegió de la crisis mundial iniciada en 2007-2009.
Y aquí juegan de nuevo los efectos negativos de la dolarización del mercado inmobiliario. Es necesario, antes que nada, eliminar este sistema peculiar que alimenta la especulación, y por esa vía, también, el incremento de los precios.
El ahorro en dólares, moneda cada vez más devaluada a nivel internacional, se va a frenar si el gobierno toma una medida de este tipo, mucho más eficaz económica y políticamente que cualquier cepo cambiario o mercado desdoblado. Por un lado, la pérdidas sufridas por los “corralitos” (de Erman González a Cavallo) no evitaron nuevos refugios en el dólar.
Ahora existe una política de flotación administrada del tipo cambio que ha dado resultado. En contrapartida, un torrente de agua no se detiene si no se ha construido antes un dique. Con el dólar pasa lo mismo; cuando no hay bienes cotizados en dólares nadie puede jugar con mercados paralelos, ni son necesarias medidas restrictivas.
Las tareas del gobierno son varias. La economía argentina dispone de un colchón de reservas importante, ése no era el caso en el 2002, y altos niveles de producción y de empleo. Pero modificar malos hábitos adquiridos en el pasado requiere, ante todo, desactivar las causas que los provocan.
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La segunda etapa del Estado neoliberal y sus instrumentos.
Por Aldo Ferrer
La segunda etapa de la construcción del Estado neoliberal se sostuvo dentro de un régimen constitucional y fue ratificado por las urnas, en los comicios de 1995. En la misma, se volvió a recurrir a la desregulación financiera y a la apreciación cambiara. En esto último, no ya, como en la primera etapa, mediante una devaluación programada del tipo de cambio (la “tablita”) por debajo de la tasa de inflación, sino un régimen más riguroso de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo con el dólar norteamericano.
La convertibilidad tuvo de partida un escenario externo positivo y la posibilidad de iniciar una nueva fase de toma de deuda. Partió, también, con el crédito de haber controlado la hiperinflación y la apariencia del establecimiento de un régimen económico estable y en crecimiento. Se estaba, parecía, en presencia de un “milagro argentino”, festejado en los círculos neoliberales del país y del exterior.
En la primera etapa, la construcción del Estado neoliberal tropezaba con el obstáculo de un gobierno de facto, en el cual, además, los titulares del poder administraban el entonces extendido sector público.
En la segunda etapa esas restricciones desaparecieron. Un gobierno democrático, representativo de una de las mayores corrientes políticas del país, contaba, en el marco del estado de derecho, con toda la legitimidad necesaria para avanzar en el terreno jurídico constitucional, de la construcción del Estado neoliberal. Con el apoyo de la opinión y los intereses neoliberales vernáculos y el aplauso entusiasta de los mercados internacionales, los voceros de las naciones avanzadas del Atlántico Norte y del FMI, el gobierno puso en marcha la experiencia más extrema de la construcción de un Estado neoliberal dentro del orden mundial contemporáneo.
Este grupo de medidas incluye la convertibilidad, el tipo de cambio fijo, la privatización del régimen de previsión social y la formación de las AFJP para administrar, a través de grupos privados, esa importante porción del ahorro interno argentino. En la misma categoría figuran la ratificación del régimen de entidades financieras y de administración del BCRA, heredado de la primera etapa.
- Deuda externa impagable con recursos propios. Esto requiere el refinanciamiento externo continuo y, por lo tanto, la subordinación a los criterios de los mercados y las condicionalidades del FMI, que son los mismos que los del Estado neoliberal.
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Los controles son exitosos.
Reportaje al presidente de FIDE, Héctor Valle.
–En los últimos días se debatió sobre la posibilidad de un desdoblamiento del mercado cambiario, ¿cuál es su opinión?
–No es buena idea. En los ’70 y ’80 se apeló a ello como una solución de emergencia frente a presiones muy fuertes en el dólar paralelo. El resultado es que se generan situaciones de inestabilidad y se termina convalidando el precio del mercado negro. Fueron medidas que se dieron en un contexto de gran endeudamiento externo público y privado y en medio de graves tensiones inflacionarias. Nada de eso está presente en la actualidad.
–¿Qué repercusión puede tener la devaluación del real en Argentina?
–En el plazo de un año hemos tenido una devaluación del real del 25 o 26 por ciento. Es algo que no puede ignorarse, porque mientras el real permanecía apreciado uno podía suponer que el peso mantenía competitividad. Pero la combinación de un real depreciado con una caída importante del comercio automotor no es el mejor mundo para Argentina.
–Todos esos son argumentos que refuerzan la percepción del mercado de que se viene una devaluación.
–Yo creo que efectivamente la devaluación es un instrumento muy interesante para promover la sustitución de importaciones y estimular la exportación, pero en las actuales condiciones la devaluación significaría una brutal transferencia de ingresos, que a su vez tendría impacto sobre los niveles de precios internos y en 45 días en el mejor de los casos estaríamos otra vez en el mismo punto. Lo que precisa la Argentina es una política muy fuerte antiinflacionaria.
–¿Por qué causas?
–Varias. Una muy importante es que tenemos tremendas distorsiones en la estructura de comercialización. La gigantesca diferencia de precios entre el productor y el consumidor es consecuencia de una cadena de comercialización muy oligopólica. Otra cuestión importante es que hay una capa de sectores medios altos y altos que está en condiciones de convalidar cualquier aumento y eso impacta. Otro tema es que somos un país productor de materias primas, por lo tanto cuando las materias primas tienden a aumentar eso repercute sobre nuestros precios internos. Todo eso no tiene nada que ver con la emisión de moneda ni con el desequilibrio fiscal.
–¿Hay espacio para absorber las presiones devaluatorias mientras se avanza con esa política estructural?
–Yo creo que sí. Por lo menos este año y buena parte del próximo los controles cambiarios van a seguir. Para mí han sido bastante exitosos, más allá de que pueda haber personas afectadas, pero eso ocurre con toda política económica. Además, el ingreso de dólares seguirá siendo importante. Hay medidas que se tomaron, como obligar a las mineras a liquidar sus dólares en el país, que han dado resultado. En el primer trimestre aportaron 2000 millones de dólares. También fue buena la decisión de controlar bicicletas cambiarias, como la de comprar dólares en el mercado formal y venderlos en cuevas. Eso ha provocado una drástica caída de la compra de divisas por particulares. Son medidas de corto plazo, pero permiten que vayan madurando otras estructurales, como la que se tomó con YPF, que reducirá el déficit comercial en materia petrolera. Además, los vencimientos de deuda a partir de 2013 bajan considerablemente.
–El escenario hacia adelante es más desahogado.
–Con la tendencia decreciente que teníamos el año pasado en el saldo comercial, con las pulsiones para comprar dólares y con la retracción de Brasil, inevitablemente la economía argentina se tenía que cerrar. Se tenía que cerrar y pensar que el elemento fundamental de crecimiento económico es el mercado interno. Creo que mal o bien, las decisiones que se tomaron fueron correctas.
–¿Los controles pueden tener impacto sobre la actividad económica?
–La gran duda es qué va a pasar con la construcción. Yo me inclino a pensar que de a poco la actividad se va a ir pesificando. Aunque pueda haber una desaceleración en un primer momento, si se logra la pesificación sería un cambio sustancial, porque el mercado inmobiliario es una de las mayores expresiones de la dolarización de la economía. No podemos modificar la pauta cambiaria en función de unas personas que están en el mercado inmobiliario. Es cuestión de prioridades. Más bien hay que buscar una solución para el mercado inmobiliario por el lado del financiamiento en pesos. Pero no podemos resignar una política de fondo como es esta estrategia cambiaria por la cuestión inmobiliaria. Sé que muchos se van a enojar conmigo, pero es la realidad. Argentina es el único país del mundo donde el cemento se vende en pesos, los ladrillos se venden en pesos, la mano de obra se paga en pesos y los departamentos cotizan en dólares.
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Ahora bien, para quienes están siempre mirando el “modelo brasileño” y comparándolo con el nuestro, veamos qué sucede allí con la cotización del dólar y veremos que no es muy distinto que acá, y que el orígen del movimiento del dólar también lo centran en el exterior:

Brasil intervino y llevó al real de 2,10 a 2,04 unidades por dólar al cierre.
El Banco Central de Brasil intervino ayer en el mercado de cambio para detener la devaluación del real, que llegó a valer 2,10 unidades por dólar. Al final de la jornada el real se apreció ayer un 2,15 por ciento y el dólar se cotizó a 2,037 reales para la compra y a 2,039 para la venta en el tipo de cambio comercial.
La autoridad monetaria brasileña intervino -por segundo día consecutivo.
En lo que va del año avanzó sobre el real un 9,1 por ciento, una devaluación que para el presidente del BC brasileño, Alexandre Tombini, acompaña el movimiento del dólar.
"Después de registrar cierta estabilidad en el segundo semestre de 2011, la actividad económica mostró relativa recuperación en el inicio de 2012" (…) "amparado esencialmente en la robustez de la demanda interna".
Para que se mantenga la recuperación, el Banco aclara que deben contribuir "las condiciones favorables en el mercado de trabajo, la confianza de los consumidores y empresarios y la expansión moderada del mercado de crédito".
Sobre las fluctuaciones del real, el funcionario afirmó que el exceso de volatilidad en el cambio es preocupante, pero que la institución no se fijó una meta.
Las miradas del mercado estaban puestas en la reunión de los líderes europeos en Bruselas pero la percepción de que del encuentro no saldrían medidas concretas generaba más preocupación y fortalecían al dólar.
Ante la tendencia al alza, el Central volvió a ofrecer dólares en el mercado a futuro, por un total de 2.180 millones de dólares para apaciguar la devaluación.
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Como vemos, nuestra sociedad está padeciendo gracias al virus del dólar menemista, por eso, ya es hora de ayudar al estado (que tiene la responsabilidad mayor en la lucha) en la erradicación de este virus que perjudica a los ahorristas y a la economía toda, como concluye el informe de los economistas de la UBA: “La falta de información y conocimiento sobre los rendimientos que genera cada una de ellas lleva a muchos ciudadanos a tomar sus decisiones de ahorro a partir de rumores y visiones que no tienen fundamento económico”.
Para lograr este propósito, este humilde servidor público sugiere inocularnos una "vacuna" que nos inmunice contra el ataque de este virus del "dólar menemista". Esta económica vacuna es, como para todo virus, la prevención, la que se logra contando con una información fidedigna. Y de eso se trata esta nota.





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