10 de diciembre de 2010

¿Macri es Sarmiento?



¿Macri es Sarmiento? Aunque en primera instancia la pregunta parece improcendente o al menos insólita, paremos la pelota y veamos detenidamente cómo piensan ambos, salvando las diferencias de tiempo y trayectorias, y quizás no encontremos las diferencias que estimamos en un princípio. Repasemos entonces los dichos de los dos políticos argentinos con respecto a la inmigración, los inmigrantes y las políticas al respecto:

Macri dixit:

"Estamos todos conscientes de que la Argentina viene expuesta a una política descontrolada donde el Estado no se ha hecho cargo de su rol. Pareciera que la ciudad de Buenos Aires se tiene que hacer cargo de los problemas habitacionales de los países limítrofes".
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"El descontrol de la inmigración". Esta mediodía, Macri responsabilizó a la inmigración "descontrolada" por las muertes en el operativo de desalojo.
"Parecería que la ciudad de Buenos Aires se tiene que hacer cargo de los países limítrofes y eso es imposible. Todos los días llegan entre 100 y 200 personas nuevas a la ciudad que no sabemos quiénes son, de la mano del narcotráfico y la delincuencia", había declarado el jefe de gobierno porteño.
"Las muertes no tienen que ver con el operativo de desalojo que realizó la ciudad sino con la inseguridad y el descontrol de la inmigración", sostuvo Macri en conferencia de prensa.
El jefe de gobierno pidió "revertir la situación" tras asegurar que creció la presencia de drogas y armas en las villas. "En estos momentos hay que mostrar coraje, el mismo coraje que mostro el presidente Lula en Brasil en su combate al narcotráfico", opinó.
"Los delincuentes usufructúan con la desesperación de la gente que necesita la posibilidad de acceder a una vivienda", aseguró Macri y señaló que si la presidenta Cristina Kirchner decide convocarlo estará disponible "para que se recupere el espacio público que fue ocupado de manera ilegal". "No vamos a ceder", concluyó.
Por otro lado, afirmó que en la zona en la que ayer tuvo lugar el desalojo de 200 familias en el parque Indoamericano habita "gente con necesidades", pero también "vivos y mafiosos". Y añadió: "No hay dudas de que también hay narcos".

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“No los vamos a legalizar”, sentenció. “Convivimos con una situación descontrolada y parecería que la Ciudad de Buenos Aires se tiene que hacer cargo de los problemas habitaciones de todos los países limítrofes y de Latinoamérica”, dijo el jefe de Gobierno y manifestó que “el nivel de armas que hay en la ciudad no existía hace 10 años”
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En el marco de las declaraciones que marcaron el pulso político de la jornada, Macri vinculó la toma del parque en Soldati con las bandas de narcotraficantes, y puso como ejemplo las medidas adoptadas por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva para combatir el tráfico de drogas en las favelas. Según el líder del PRO, “la Argentina está a tiempo de revertir el avance del narcotráfico”. “Todo este descontrol, este avance de la inmigración ilegal, que tiene que ver con la inseguridad de la Ciudad de Buenos Aires. Tenemos que pararlo y revertirlo con una política nacional”, remató.
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"Argentina es un colador".
Declaraciones a C5N




Pero, bien sabemos que este pensamiento no es exclusividad del Ing. Macri, está difundido en vastas capas de nuestra población, y difundida y promovida por muchos voceros de la derecha vernácula:

"La Argentina es un país que construyó con inmigrantes, pero con inmigrantes que vinieron a trabajar y consiguieron todo lo que tuvieron con el esfuerzo de un empleo, de un oficio o de una profesión. Ningún país en el mundo de hoy tiene las puertas abiertas sin reglas y sin condiciones. Hace pocos días, un juez ordenó allanamientos por casos de drogas en la villa 31, que lo hizo con la Policía Metropolitana. Detuvo a once personas; ocho eran extranjeras y tres argentinas. ¿Incorrecto políticamente? Lo sería si los argentinos se declararan anarquistas y decidieran vivir sin un Estado y sus elementales responsabilidades.
Morales Solá
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Veamos ahora lo que decía don Domingo Faustino:

Sarmiento dixit:

"Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes, patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres.." (Discurso ante el Congreso, de 1866)

"La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y al progreso" (El Progreso, 28/11/1842).


"Propicio una colonia yanqui en San Juan y otra en el Chaco hasta convertirse en colonias norteamericanas de habla inglesa porque EEUU es el único país culto que existe sobre la tierra. España, en cambio, es inculta y bárbara. En trescientos años no ha habido en ella un hombre que piense... Europa ha concluido su misión en la historia de la humanidad". Por último se lamenta que hayamos vencido a los ingleses en las invasiones (entre 1866 y 1868).

"Una Constitución pública no es una regla de conducta para todos los hombres. La Constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad. No queremos exigir a la democracia más igualdad que la que consienten la diferencia de raza y posiciones sociales. Nuestra simpatía para la raza de ojos azules."(1886)


A mediados del S. XIX Sarmiento definía al árabe como "un sujeto primitivo, intolerante, que posee un lenguaje primitivo y no posee mayor civilización que nuestros indios salvajes. Son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara".

“Los negros... ponían en manos de Rosas un celoso espionaje, a cargo de sirvientes y esclavos proporcionándole, además, excelentes e incorruptibles soldados de otro idioma y de una raza salvaje... Felizmente, las continuas guerras han exterminado a la parte masculina de la población..”. (En su libro Facundo)

A los italianos los llamaba "bachichas" "palurdos" "ignorantes", y los irlandeses son "la chusma irlandesa organizada por los curas, que además son fanáticos y borrachos".

"El pueblo judío. Esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordán, y a la que no piensa volver jamás. Este sueño que se perpetua hace veinte o treinta siglos, pues viene del origen de la raza, continua hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero de las que no forman parte. Y ahora mismo en la bárbara Rusia como en la ilustrada Prusia se levanta el grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece de sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde quiera que se producen. ( D.F. Sarmiento; 'Condición del extranjero en América'; Obras completas, tomo XXXVI. Luz del Día, Bs. As., 1953 )( y en el artículo titulado "Somos extranjeros", en el Censor, Buenos Aires, 1886)

Para Sarmiento los Argentinos son "una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909)

Escribe Sarmiento el 1° de abril de 1868: "Con emigrados de California se formará en el Chaco una colonia norteamericana; puede ser el origen de un territorio, y un día de un estado yanqui. Si conservan su tipo cuidaré de que conserven también su lengua" (José María Rosa, Historia Argentina, Tomo VII).

"Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer". (Discurso en el Senado de Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859)

Cuando Sarmiento se enteró de que en Córdoba había un pueblo que se llamaba "Fraile Muerto" le dio vergüenza y ordenó inmediatamente se le cambiara el nombre. Preguntó si no había allí ningún residente inglés o norteamericano. Le contestaron que sí, el señor Bell. Entonces –dijo- pónganle "Bell Ville".

El gran educador tenía una mirada idealizada de los europeos, a quienes veía como portadores de civilización. Sin embargo, en sus últimos años Sarmiento se volcaría también contra los inmigrantes. En su libro Conflictos y armonías de las razas se lamentaría de que hubieran llegado a Argentina inmigrantes de los lugares más atrasados de Europa, como España y el sur de Italia. ¡Qué chasco nos llevamos con la inmigración!, escribió. El racismo y el desprecio hacia las clases populares, típico de la burguesía argentina de la segunda mitad del siglo XIX, encontró en Sarmiento un exponente claro y, como siempre ocurría con él, más osado que el resto en sus afirmaciones.

Las diferencias entre habitantes y ciudadanos:
Durante la segunda mitad del siglo XIX cientos de miles de inmigrantes extranjeros se establecieron en el país y de acuerdo con el artículo 20 de la Constitución Nacional gozaban de los mismos derechos civiles que los argentinos y no estaban obligados a adoptar la ciudadanía. Los derechos políticos sólo correspondían a los extranjeros si adquirían la ciudadanía argentina, en cuyo caso estaban sujetos a prestar servicio de armas en las mismas condiciones que los nativos. La gran mayoría de los inmigrantes no se nacionalizó. Sarmiento, que había defendido la necesidad de realizar un "trasplante demográfico" y lo había impulsado, afirmaba hacia 1880: "Roca hace y hará lo que quiera, para eso tiene, una República sin ciudadanos, sin opinión pública, educada por la tíranía y corrompida en los últimos tiempos por la gran masa de "inmigración sin patria allá, ni acá, sin ideas de gobiernos ni otros propósitos que buscar dinero por todos los caminos, con preferencia de los peores en el sentido, de la honradez. “¡Qué chasco nos hemos llevado con la inmigración extranjera!”


En síntesis, Sarmiento contraponía el inmigrante europeo al gaucho. Ya desde las páginas del Facundo (1845) había destacado dicho contraste al argumentar que: “Da compasión y vergüenza en la República Argentina, comparar la colonia alemana o escocesa del Sur de Buenos Aires, y la villa que se forma en el interior; en la primera las casitas son pintadas, el frente de la casa siempre aseado y adornado de flores (…) y los habitantes en un movimiento y acción continuos. Ordeñando vacas, fabricando mantequilla y queso, han logrado algunas familias hacer fortunas colosales y retirarse a la ciudad a gozar de las comodidades. La villa nacional es el reverso indigno de esta medalla, niños sucios y cubiertos de harapos (…); hombres tendidos en el suelo en la mas completa inacción el desaseo y la pobreza por todas partes, (…) un aspecto general de barbarie y de incuria los hace notables”.

“Roca hace y hará lo que quiera, para eso tiene una República sin ciudadanos, sin opinión pública, educada para la tiranía y corrompida en estos últimos años por la gran masa inmigración sin patria ni allá ni acá, sin ideas de gobierno no con otro propósito que buscar dinero por todos los caminos, con preferencia los peores en el sentido de la honradez. ¡Que chasco nos hemos dado con la inmigración extranjera! Estos gringos que hemos hecho venir son aliados naturales de todos los gobiernos ladrones por la buena comisión que cobran ayudándolos en las empresas rapaces. (…)”.

Continuamente llama a la unidad de los bonaerenses, como una manera de poner freno -según sus palabras- al despótico gobierno del presidente Roca, responsabilizando constantemente a los extranjeros, quienes con su actitud apática eran funcionales al roquismo. El siguiente párrafo de un artículo publicado en la edición Nº 34 de El Censor, es una clara muestra de ello: “(…) Necesitamos unirnos en Buenos Aires los que tenemos la misma sangre y con ella las mismas instituciones de pueblo, aspirando a mantener y completar la libertad política que depende de la opinión y se expresa por la elección del ejecutivo. Faltando fuerza y verdad en este acto, dirige con el palo a la grey que no sabe dirigirse a si misma. Ya lo ven los extranjeros, no nos ayudan a defender nuestros derechos, y con su indiferentismo acaban por persuadir al gobernante que no hay sino extranjeros en esta tierra”.


El desprecio por lo popular criollo, y también por todo lo indígena, no era exclusivo de Sarmiento: era como pensaba la mayor parte de las elites de las distintas provincias argentinas.

No pasa desapercibida la influencia y repercusión que el viaje que Sarmiento realizó a los Estados Unidos en 1847 tuvo sobre su pensamiento. Sarmiento tenía la idea de que el éxito de la sociedad de los Estados Unidos radicaba en gran parte en el hecho que tanto su Constitución como las leyes, convertían al extranjero de manera inmediata en ciudadano, obligándolo a adoptar la carta de naturalización de dicho país. Dicha medida hacía que el extranjero se sintiese comprometido con la política del país que había elegido para radicarse.



Como vimos, no hay tantas diferencias entre lo que piensan ambos. Los dos ejercieron funciones de gobierno aunque en distinta escala y en distintas épocas, pero el "problema inmigratorio" está en el candelero de ambos gobiernos, ya que Argentina siempre fue y sigue siendo un país de inmigración, tanto fomentada por el estado como por las condiciones económicas mundiales en todos los casos. Para Sarmiento los inmigrantes despreciables provenían del sur de Europa y no del norte europeo más "culto", sajón, o de sus amados EE.UU., en cambio Macri habla de los inmigrantes de los países limítrofes. Las épocas y los afluentes inmigratorios varían pero el flujo continúa y seguramente seguirá su curso, a pesar de la voluntad de ambos. (Es cómico lo que pensaba el "Padre del Aula" sobre los ascendientes de Macri...) Pero las mayores diferencias aparecen cuando analizamos las soluciones promovidas por ambos políticos. Las del actual Jefe de Gobierno de la ciudad son bien conocidas por todos, por lo que no vamos a enumerarlas aquí, pero las de Sarmiento no son "tan" parecidas a las de Macri... Veamos:



Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela."

Sí pudo dar más impulso a otras cuestiones, como el alambrado de los campos, la realización del primer censo de población de la historia argentina, el aumento de las líneas de ferrocarril y el desarrollo de las comunicaciones (durante su administración fueron tendidos 5000 kilómetros de cables de telégrafo y antes de terminar su período inauguró una línea telegráfica con Europa). Y, por supuesto, dedicó grandes esfuerzos a fomentar la educación pública.

La educación fue para él una obsesión y desde el poder la impulsó activamente. Como gobernador de San Juan dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que hacía obligatoria la enseñanza primaria, y creó varias escuelas de distinto tipo. Siendo presidente fundó alrededor de 800 escuelas en todo el país.

Creó la Academia de Ciencias, la Escuela Normal de Paraná, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, la Universidad Nacional de San Juan, la Biblioteca Nacional de Maestros, el Observatorio Astronómico de Córdoba, el Liceo Naval y el Colegio Militar.

Al término de su gobierno, los alumnos en escuelas primarias habían pasado de treinta mil a cien mil. Además, trajo a maestras extranjeras para educar a las locales, escribió un Método de lectura gradual y en 1881 fundó la importante revista educativa El Monitor de la Educación Común. Su aporte al desarrollo de la educación pública, laica y gratuita (más tarde consagrada en la Ley 1420) fue clave para el desarrollo argentino.

La educación pública, ya desde 1852, era para Sarmiento el punto de partida para
crear una república de ciudadanos. Era impensable lograr la unidad nacional sin tradiciones, sin historia entre los millares de inmigrantes provenientes de distintos pueblos, el principal medio para hacerlo era la educación pública. Era ella la que permitiría amalgamar todas las razas en un sentimiento común de pertenencia y respeto por la nueva patria. Para Sarmiento la república era una forma de gobierno que educaba, donde las instituciones moldeaban al ciudadano desde el ámbito público.

Es por ello que en su último discurso en Asunción, sello su lucha de años
destacando con la siguiente frase, cual era el motor que podría poner fin a dicha opresión:
“Educación para todos. Esto es la libertad, la República, la Democracia”.

Sin caer en maniqueísmos ni añoranzas históricas equivocadas ("todo tiempo pasado fue mejor"), sí podemos afirmar que cuánto mejor sería nuestro presente si la derecha actual estuviese en manos de un Sarmiento redivivo y no de un Macri o un Morales Solá o un Grondona contemporáneos... ¿No?

Para más detalles ver: "La importancia de la nacionalización de los inmigrantes en el pensamiento de Sarmiento hacia fines del siglo XIX".

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Para conocer más detalles sobre la discriminación implícita en nuestra sociedad, ver la serie de notas que comienzan aquí. Más detalles sobre inmigración e inmigrantes y políticas inmigratorias ver aquí.

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