25 de mayo de 2013

Aunque usted no lo crea: ¿Fuerza Aérea y Fuerza Submarina en la Revolución de Mayo?

Contra lo que dice el remanido mito de que de esta parte del mundo sólo se deben esperar epopeyas nimias e intenciones espurias o de segundo orden (como suele escucharse por estas tierras), parece que en otros tiempos, los primeros de la Revolución de Mayo, no se pensaba tan así, sino que lo hacían con otras perspectivas, con otro horizonte más amplio, "más profundo" y "más alto"...
 Es por eso que Basurero Nacional se enorgullece en reproducir un texto que nos ofrece un aspecto curioso y no muy conocido del movimiento revolucionario nacido en los alrededores de 1810.
Vayamos a los hechos:



Los hombres de Mayo acariciaron el sueño de contar con un sumergible en la guerra contra los realistas.

Al hablar de los antecedentes de la Revolución de Mayo normalmente se mencionan las revoluciones estadounidense y francesa. Y sobre estas últimas es necesario señalar que, además de las novedades políticas que ambas introdujeron, una trajo aparejado el primer ataque de un submarino a un buque enemigo y la otra el estreno de una nave aérea durante un combate.
Efectivamente, el 7 de septiembre de 1776, un submarino estadounidense atacó un buque británico en el puerto de Nueva York, y el 26 de junio de 1794 la utilización de un globo en tareas de reconocimiento permitió a los franceses obtener la victoria frente a los austríacos en la batalla de Fleurus. Por ello, resulta significativo que la Primera Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, mejor conocida como la Primera Junta, y cuya constitución fue la consecuencia directa de los sucesos de mayo de 1810, entendiera tanto en lo relativo a un proyecto de aeróstato como al de un sumergible.
Ya en 1809, el relojero holandés Miguel Colombise había dirigido al entonces virrey Santiago de Liniers una solicitud de cuatro mil pesos para "fabricar un Aérostat, en el cual me ofrezco ir adonde se me mande, no siendo a una distancia para la cual se necesite instrumento de pilotaje, porque no es mi arte". El artífice afirmaba haber construido dos prototipos de tamaño reducido y agregaba que el aeróstato se desplazaría a una velocidad de por lo menos "un cuarto de legua por minuto".
Sin haber obtenido lo solicitado, Colombise marchó a Santiago de Chile a fin de intentar, ejerciendo su oficio, ahorrar la suma necesaria para construir su máquina voladora. Una vez producida la Revolución de Mayo, el holandés solicitó a la Junta desde Mendoza, el 6 de agosto de 1810, permiso para regresar a Buenos Aires sin despertar sospechas por su condición de forastero. Cuando llegara a la capital porteña, Colombise dedicaría al gobierno patrio "su persona y servicios" para realizar el proyecto. Sin embargo, la petición recibió una negativa con la manifestación gubernamental de que, en su tenor, "se descubre un proyectista, que para calificarlo de la calidad de muy malo, no se necesita más prueba que la de que el señor Liniers le despreció el proyecto", y fue a dar al archivo.
Esta decisión ha motivado su consiguiente divergencia historiográfica. Antonio Biedma Recalde señaló al secretario Mariano Moreno como su responsable, en tanto que Ernesto Fitte atribuyó la misma a "un anónimo funcionario subalterno". No obstante, el texto de la decisión es precedido por la expresión "Nota de la Mesa" y el expediente –custodiado en el Archivo General de la Nación (AGN)- se encuentra reunido con una extensa serie de resoluciones de la Junta, lo que sugiere que su plenario estuvo de acuerdo. En cualquier caso, el juicio no es sorprendente para la época, especialmente si se tiene en cuenta que el innovador Napoleón Bonaparte había disuelto la Compagnie d´Aéronautiers en 1799.
 
En julio y agosto de 1811 la escuadra realista bombardeó infructuosamente Buenos Aires siguiendo órdenes del virrey Elío. Poco después, el 10 de septiembre de 1811, Taber dirigió a la Junta un memorial en el que ofrecía "de nuevo trasladarme a la Banda Oriental y echar a pique con la enunciada máquina la fragata de guerra y el bergantín que sirve de depósito para la pólvora" y "presentar un plan de ataque que al paso que asegure la posesión de la plaza, consulte la menor efusión de sangre, empeñando mi palabra de que seré el primero que me presentaré entre los bravos que deben ejecutarlo". En octubre, la Junta libró el despacho de capitán de artillería del ejército de la Banda Oriental, que Taber aceptó ad honorem.
La construcción del arma submarina progresó desde el regreso de Taber a Buenos Aires y el 11 de octubre de 1811 solicitó permiso para conducirla por agua hasta la ensenada de Barragán, "encerrada en una caja tosca de pino, marcada con la letra T", para efectuar las pruebas correspondientes y volver por la misma ruta sin que nadie pudiera impedírselo ni tomar conocimiento del asunto.
La Junta accedió a conceder el permiso solicitado, aunque estipuló que previamente Pedro Pablo Torres debía reconocer la máquina. Desde entonces, y aunque la documentación originalmente estudiada por el historiador Angel Carranza –hoy en el AGN- omite ofrecer más datos acerca del proyecto secreto, se han hecho coloridas conjeturas sobre el mismo.
Si bien es cierto que ninguno de los proyectos anteriores ofreció resultados prácticos, el
ingenio no se agotó. Por el contrario, poco después llegaba a Buenos Aires José de San Martín, quien pondría en marcha el plan más importante de la guerra de la independencia: conducir un ejército a través de una cadena montañosa como Aníbal y Napoleón en los Alpes, pero atravesando la segunda cordillera más alta del mundo para luego llegar al Perú por el mar.

Fuente
 


Como yapa, ofrecemos aquí un documento original firmado por la Primera Junta de Gobierno Patrio el 26 de mayo de 1810, en el cual se ordena a los cuerpos militares de Buenos Aires prestar juramento de fidelidad al rey Fernando VII.



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Más notas anteriores sobre la Revolución de Mayo en:

Mayo de Revolución. Proclamas sediciosas de mayo de 1809, 1810 y 1811

WikiPis: Documentos de la Revolución.

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