8 de marzo de 2013

El 8 de marzo no es el día de las flores...

Hoy no es un día para el recordatorio meloso de la existencia de las mujeres ni para la justificación de la posición actual de la mujer en la sociedad, sino que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora o Día Internacional de la Mujer conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
Es por eso que este humilde servidor público no regala flores ni bombones sino que prefiere recordar a una de las mujeres que contribuyeron al nacimiento de nuestra Patria: Juana Azurduy.

Juana Azurduy de Padilla (La Plata -hoy Sucre-, 12 de julio de 1780 - id. 25 de mayo de 1862) fue una patriota del Alto Perú, hoy Bolivia, que acompañó a su esposo Manuel Ascencio Padilla en las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata contra el Reino de España.
A la muerte de su esposo asumió la comandancia de las guerrillas que conformaban la luego denominada Republiqueta de La Laguna, por lo que es honrada su memoria en la Argentina y en Bolivia. Hablaba el castellano y quechua. Se educó en el prestigioso Convento de Santa Teresa de Chuquisaca.
Nació en La Plata, actual Sucre hoy ubicada en el Departamento de Chuquisaca, Bolivia. Se educó en el prestigioso Convento de Santa Teresa de Chuquisaca y hablaba tanto el idioma español como el quechua.
Azurduy y su esposo Padilla se sumaron a la Revolución de Chuquisaca que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas, en la que tuvo protagonismo Juan Antonio Álvarez de Arenales.
Ligados con el Ejército del Norte enviado desde Buenos Aires, al mando primero de Antonio González Balcarce, combatieron a los realistas.
Tras la derrota de las fuerzas patriotas en la Batalla de Huaqui el 20 de junio de 1811, los ejércitos del rey, al mando de José Manuel de Goyeneche, recuperaron el control del Alto Perú. Las propiedades de los Padilla, junto con las cosechas y sus ganados, fueron confiscadas; asimismo, Juana Azurduy y sus cuatro hijos fueron apresados, aunque Padilla logró rescatarlos, refugiándose en las alturas de Tarabuco.
En 1812 Padilla y Juana Azurduy se pusieron a las órdenes del general Manuel Belgrano, nuevo jefe del Ejército Auxiliar del Norte, llegando a reclutar 10.000 milicianos.
Producido el Éxodo Jujeño, al pasar por Jujuy prestaron colaboración con la retaguardia comandada por el mayor general Eustoquio Díaz Vélez.
Durante la Batalla de Vilcapugio, Padilla y sus milicianos debieron transportar la artillería, sin participar en la batalla, que resultó en una derrota.
Juana Azurduy organizó luego el "Batallón Leales" que participó en la Batalla de Ayohuma, el 9 de noviembre de 1813, nueva derrota que significó el retiro temporal de los ejércitos rioplatenses del Alto Perú.
A partir de ese momento Padilla y sus milicianos se dedicaron a realizar acciones de guerrillas contra los realistas.
Azurduy atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816. Debido a su actuación, tras el triunfo logrado en el Combate del Villar, recibió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 13 de agosto de 1816. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable.
El 14 de noviembre de 1816 fue herida en la Batalla de La Laguna, su marido acudió a rescatarla y en este acto fue herido de muerte.
El cambio de planes militares, de abandonar la ruta altoperuana para combatir a los realistas afincados en el Perú por vía chilena, disminuyó el apoyo logístico a sus fuerzas por lo que se vio obligada a replegarse hacia el sur, uniéndose finalmente a Martín Miguel de Güemes. A la muerte de Güemes, en 1821, se vio reducida a la pobreza.
En 1825, el libertador general Simón Bolívar, luego de visitarla y ver la condición miserable en que vivía, avergonzado la ascendió al grado de coronel y le otorgó una pensión. Luego de la visita le comentó al mariscal Antonio José de Sucre: «Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre». En Charcas conoció a otra mujer extraordinaria de la independencia americana, Manuela Sáenz, también con el grado de coronel, quien le escribió:

"El Libertador Bolívar me ha comentado la honda emoción que vivió al compartir con el General Sucre, Lanza y el Estado Mayor del Ejército Colombiano, la visita que realizaron para reconocerle sus sacrificios por la libertad y la independencia. El sentimiento que recogí del Libertador, y el ascenso a Coronel que le ha conferido, el primero que firma en la patria de su nombre, se vieron acompañados de comentarios del valor y la abnegación que identificaron a su persona durante los años más difíciles de la lucha por la independencia. No estuvo ausente la memoria de su esposo, el Coronel Manuel Asencio Padilla, y de los recuerdos que la gente tiene del Caudillo y la Amazona."
Manuela Sáenz, 8 de diciembre de 1825

Posteriormente el general Sucre le aumentó su pensión, que apenas le alcanzaba para comer, pero dejó de percibirla en 1830 debido a los vaivenes políticos bolivianos. En una carta escrita en ese año, cuando vagaba por las selvas del Chaco argentino:

"A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. (...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".

Pasó varios años en Salta solicitando al gobierno boliviano sus bienes confiscados. La pensión que le habían otorgado le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares.
Murió indigente el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir ochenta y dos años y fue enterrada en una fosa común.
Su restos fueron exhumados cien años después y fueron depositados en un mausoleo que se construyó en su homenaje en la ciudad de Sucre.

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La vigencia de la lucha de Juana fue renovada hace poco cuando fue ascendida a general:



A 147 años de su muerte, ascienden a Juana Azurduy
La presidenta Cristina Fernández firmó el decreto por el cual ascendió a Juana Azurduy a general del Ejército, un homenaje post mortem a esta mujer que luchó en la guerra por la Independencia y a la que Martín Miguel de Guemes le otorgó el grado de teniente coronel en reconocimiento a su valentía.
Azurduy murió en 1862 y el Regimiento de Infantería de Monte Número 28, de la ciudad salteña de Tartagal, lleva su nombre. La jefa del Estado eligió a esta heroína de la guerra por la independencia como una de las figuras femeninas destacadas de la historia y su imagen ocupa un lugar en el Salón de las Mujeres del Bicentenario inaugurado este año por la primer mandataria en la Casa de Gobierno.
Azurduy ofreció tropas de ayuda a las expediciones argentinas del Ejército del Norte, a tal punto de recibir de propias manos del general Manuel Belgrano el sable del prócer argentino como símbolo de reconocimiento a su labor por la Independencia Cristina Fernández firmó el decreto durante una reunión que mantuvo con la ministra de Defensa, Nilda Garré, el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general, Luis Pozzi, y los secretarios de Cultura, Jorge Coscia, y de Legal y Técnica, Carlos Zannini.

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