28 de febrero de 2012

WikiPis: Conversación entre la embajada de EE.UU. y Massera antes del golpe en Argentina + Análisis de la Casa Blanca posterior al golpe.


WikiPis (el Wikileaks basurero). revela hoy más cables secretos completos de la "embajada".

Wikipis
no es otra cosa que el compendio de las “deposiciones” de funcionarios, políticos y periodistas de hoy y de siempre, que cimentaron el sentido común vernáculo.

Basurero Nacional continua aquí con la publicación de cables, cartas y mensajes que consideramos necesario que sean conocidos por todos. Como comprenderán, no podemos revelar las fuentes de nuestros informes, pero nadie podrá desmentir ni negar la veracidad de los mismos. La cuadrilla de jaquers basureros de este blog, acostumbrados a lidiar con filtraciones y derrames de información, se dedicará no a “hackear” sino a “chorear” este material de los medios de difusión, portales de internet de toda laya, correos, correos electrónicos, memorias y pasillos de todo el país, con el único propósito de dar a conocer lo que generalmente no estaba destinado a ser conocido por el gran público (es decir: el pueblo).

En esta oportunidad, WikiPis publica varios cables de la embajada de EE.UU. informando sobre las informaciones que circulaban apenas perpetrado el golpe y las tratativas previas al mismo de la Casa Blanca con los futuros perpetradores de la dictadura argentina. Se refleja en ellos la opinión inicial de Kissinger y el gobierno norteamericano sobre la dictadura y los intereses de las partes involucradas, además de las intimidades del poder que nunca se conocen.

Veamos, entonces, los WikiPis de hoy:

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16-03-1976 Conversación del Embajador con el almirante Massera.
Emisión: Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires
Destino: Departamento de Estado Washington
Ref: Conversación del Embajador con el Almirante Massera
Para el Subsecretario de Asuntos Interamericanos Rogers del Embajador Hill.
1. Acompañado por el consejero político, hoy fui a tomar café con Alejandro Shaw, presidente del Banco Shaw. El almirante Massera, Comandante en Jefe de la Marina, también estaba presente. Massera buscó la oportunidad para hablar en privado conmigo y con el consejero político. Dijo que no es un secreto que los militares van a tener que entrar pronto en el vacío político. No querían hacerlo, pero a esta altura las alternativas parecen ser la intervención militar o un caos total que llevaría a la destrucción del Estado argentino. Massera dijo que no quería debatir sobre la posible intervención porque estaba seguro de que yo lo consideraría como diplomáticamente incorrecto. Sin embargo, dijo que quería dirigirse a mí como a un amigo para decirme que los militares están terriblemente preocupados sobre sus relaciones públicas en Estados Unidos en caso de que tengan que intervenir. Admitió que los militares eran inexpertos en términos de los problemas de relaciones públicas en Argentina, más aún en Estados Unidos, y me pidió si podía indicarle una o dos agencias respetables de relaciones públicas de Estados Unidos que puedan encargarse del problema para un futuro gobierno militar.
2. Enfaticé que el gobierno de Estados Unidos no puede de ninguna forma involucrarse en las cuestiones internas de la Argentina. Dije que mientras no podía darle un consejo tal como el que me había pedido, podía poner a su disposición la lista de empresas de relaciones públicas que está disponible en la biblioteca comercial de la Embajada. Massera indicó que estaba bien, y que apreciaría recibir dicha lista “dentro de los próximos días”.
3. Massera dijo que los militares eran totalmente conscientes de la necesidad de evitar problemas de derechos humanos en caso de que tengan que tomar el poder. Dijo que la intervención militar argentina, si se lleva a cabo, no va seguir la línea de la toma del poder de Pinochet en Chile. Por el contrario, dijo que tratarían de proceder dentro de la ley y con pleno respeto por los derechos humanos. […] su intención es intensificar la guerra contra el terrorismo y la subversión, pero dentro de la ley. No tienen intención de tomar represalias extra-legales o medidas contra civiles no involucrados. Los comandantes en jefe tienen que movilizarse, dijo, su intención es hacerlo de la manera más “democrática” y moderada posible.
Mencionó que están teniendo dificultades en restringir a los que quieren actuar impulsivamente, pero expresó que confían en que serán capaces de hacerlo.
4. Massera dijo que dudaba en plantearme el tema a mí, pero que al mismo tiempo quería asegurarme a mí y a los representantes de otros gobiernos que si los militares se sienten llamados a actuar no van a lastimar a la señora Perón. Dijo que es un problema complicado pero que, hasta el momento, el pensamiento de los tres comandantes en jefe es que probablemente la mejor opción sería que la señora Perón simplemente abandone el país. Por otra parte, entre los militares había muchos que querían tomar medidas más duras contra ella. Una posible solución de compromiso sería detenerla en Argentina en la isla Martín García o en algún centro turístico militar como Ascochinga hasta que se pueda tomar una determinación final sobre su futuro.
5. Comentario: el almirante Massera fue muy correcto a lo largo de la conversación. Formuló escrupulosamente todos sus comentarios en el tiempo condicional, y varias veces enfatizó que sólo estaba hablando de posibilidades hipotéticas. No obstante, el consejero político y yo tuvimos la clara impresión de que Massera estaba hablando de un golpe que probablemente se llevará a cabo en los próximos días, inclusive antes del fin de semana.
6. Mis planes: tengo planificado y tengo reservas para partir de Argentina la noche del 17 de marzo. Si cancelo estos planes ahora y el golpe se lleva a cabo, por ejemplo el 18 de marzo, esto será interpretado por muchos como prueba de que teníamos previo conocimiento del accionar militar. Además, es posible que se argumente que cancelé mis planes y me quedé acá para ayudar a dirigir el golpe. Por lo tanto, creo que, según los intereses del gobierno de Estados Unidos, lo mejor es que proceda con mis planes como si no hubiéramos sido advertidos. Seguramente, todos los diarios y revistas están especulando que el golpe tendrá lugar pronto, pero eso es sólo un rumor. El hecho de que esté fuera del país cuando el golpe ocurra, creo que será un hecho a nuestro favor que indicará el no involucramiento de la Embajada y el gobierno de Estados Unidos. Por consiguiente, mi intención es partir a la hora prevista. Sin embargo, estoy cambiando mis planes y volaré desde Miami a Washington. Estaré llegando allí la tarde del 19 de marzo, y estaré disponible para consultas esa tarde y la mañana del 20 o más de ser necesario.
Hill.
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26-03-1976 Secretario de Estado Kissinger-Jefe de Gabinete
ROGERS: […] En Argentina, aunque la junta ha tenido bastante éxito, estamos tratando de hacer todas las estimaciones que podamos sobre lo que va a pasar. Le pedimos tanto a la misión como a Washington que hagan sus propios diagnósticos, para poder compararlos. Pero creo que la estimación preliminar debería ser que está yendo cuesta abajo. La junta está testeando la hipótesis de que Argentina no es gobernable, y que entonces van a triunfar donde todos los demás han fallado. Creo que es una elección exitosa.
Creo que vamos a esperar un esfuerzo considerable por involucrar a Estados Unidos, particularmente en el campo financiero. Creo que vamos a ver bastante…
SECRETARIO KISSINGER: Sí, pero eso está en nuestro interés.
ROGERS: Si hay posibilidad de que triunfe y si no nos piden que pongamos demasiado en juego. Lo que intentaremos hacer, cuando y si es que proponen ese plan, es lo que estábamos preparados para hacer hace seis meses. Habíamos elaborado como intermediarios un programa razonable de asistencia internacional, usando a los bancos privados y a las instituciones monetarias.
No sé si podremos lograrlo, pero creo que pronto tendremos noticias de ellos sobre programas financieros.
Creo que también debemos esperar un nivel considerable de represión, probablemente mucha sangre, en Argentina en el corto plazo. Creo que tendrán que reprimir no sólo a los terroristas sino a los disidentes de los sindicatos y sus partidarios.
SECRETARIO KISSINGER: Pero…
ROGERS: El punto que quiero hacer es que aunque ahora tienen buena prensa, la línea básica de toda la intervención fue que tenían que hacerlo porque ella no podía gobernar el país. Entonces creo que el punto es que en este momento no debemos apresurarnos y apoyar al nuevo régimen, que tres-seis meses después será considerablemente menos popular con la prensa.
SECRETARIO KISSINGER: Pero tampoco deberíamos hacer lo opuesto.
McCLOSKEY: ¿Qué dijimos sobre el reconocimiento?
ROGERS: Bueno, esta mañana vamos a enviar una nota formal en respuesta a su pedido de reconocimiento, como han hecho casi todos los países de América Latina. Pero más allá de eso, Hill mantendrá la boca cerrada.
SECRETARIO KISSINGER: Sí, pero ¿qué significa eso concretamente? Tengan la posibilidad que tengan, van a necesitar un poco de estímulo de nuestra parte. ¿Qué les está diciendo?[Hill]
ROGERS: ¿Qué? Ah, nada. No ha hablado con ellos todavía. Todavía no ha sido invitado a hablar con ellos. Está listo para ir y a hablar con ellos cuando y si es que piden una reunión. Pero los generales que están ocupando los cargos ministeriales están temporariamente, probablemente por esta semana, hasta que la junta tome su decisión final sobre a quién van a designar. En una semana lo definirán. Creemos saber quién es el Ministro de Relaciones Exteriores, que es el nombramiento crucial.
SECRETARIO KISSINGER: ¿Quién?
ROGERS: Probablemente un hombre llamado Vanck???, con quien hemos trabajado en el pasado. Si es nombrado, creo que nuestra posición es trabajar con él.
SECRETARIO KISSINGER: ¿Pero puedo ver algunas de las instrucciones que le vas a dar a Hill si alguien se acerca…
ROGERS: Sí.
SECRETARIO KISSINGER: … porque quiero animarlos. No quiero darles la idea de que son hostigados por Estados Unidos.
ROGERS: No. Por lo que estaba preocupado en un principio era por la postura pública.
SECRETARIO KISSINGER: Estoy de acuerdo.
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02-04-1976 ARGENTINA: EL GOLPE EN PERSPECTIVA. CIA.
Todo lo que la junta militar argentina ha dicho y hecho indica clara preparación y un ojo para las relaciones públicas. Los oficiales manejaron la toma del poder hábilmente, y desde ese entonces han trabajado para maximizar la aceptación pública, y a la vez llevar a cabo los cambios radicales que consideran necesarios. Los nuevos líderes militares están utilizando la tranquilidad política temporaria entre la partida de Perón y el inicio de sus propias iniciativas políticas para proyectar una imagen de moderación y construir un apoyo popular. El alivio público con la expulsión del caótico gobierno de Perón, combinado con la campaña de la junta para atraer comprensión, ha creado un período de luna de miel durante el cual los problemas están siendo pasados por alto.
Énfasis en conciliación.
Las declaraciones públicas de los oficiales enfatizan la necesidad de conciliación mientras evitan la venganza y diseños totalitarios. La junta rápidamente levantó la censura de prensa que había impuesto, eliminó el control de rutas, y redujo la prominencia de las tropas armadas, todo en un esfuerzo de mostrar normalidad. Además, la junta ha reemplazado el gabinete interino completamente militar por uno permanente que incluye dos ministros civiles. El gobierno también ha impuesto una reducción de precios simbólica en ciertos bienes de consumo. El golpe en sí mismo fue una culminación de un proceso que había empezado hace mucho tiempo y se benefició de la casi unanimidad de la opinión entre la aquiescencia de los militares y del público en general. A la vista de todo el mundo, las fuerzas armadas planificaron por muchos meses los detalles sobre cómo derrocar a María Estela Perón. El gobierno anterior no tenía poder para controlar a los oficiales, que veían cada paso en falso de la inepta Perón como uno más en una larga lista de razones que justificaban su expulsión. Al demorar tanto, las fuerzas armadas esperaban darle a la administración todas las posibilidades de reformarse o desacreditarse completamente. Juzgando por la falta de resistencia y algún comentario de prensa elogioso después del golpe, los militares triunfaron en el último objetivo. La toma del poder fue acompañada por declaraciones articuladas pero
relativamente breves sobre su justificación y objetivos. La proclamación del golpe se concentró en el “agotamiento” de todas las medidas constitucionales, una clara referencia a las repetidas fallas de los civiles – en particular el Congreso – para remover a Perón o al menos restringir su autoridad. La proclamación apeló al cansancio de los argentinos respecto de la violencia, haciendo notar que la inhabilidad de los civiles para resolver problemas básicos sólo “aumentaba el extremismo de todos los tipos”.
Revitalizando las instituciones constitucionales.
En su lista de “objetivos básicos”, la junta intentó minimizar sus obvios objetivos de seguridad nacional. Dio alta prioridad a “revitalizar” las instituciones constitucionales ubicando al interés nacional por sobre todos intereses particulares. El nuevo gobierno puso a la implementación de una “moralidad cristiana” en segundo lugar, y sólo después incluyó la erradicación de la subversión. El propósito aquí era claramente demostrar que la junta tiene metas abarcadoras y que los terroristas no tienen el poder para monopolizar la atención del gobierno. Los líderes del golpe pueden dirigir este mensaje tanto a sus colegas y subordinados de línea dura como a la población en general.
En un esfuerzo relacionado de relaciones públicas, la junta distribuyó paquetes de información a los agregados militares que contenían una declaración sobre la “filosofía” de la rebelión militar y una biografía del Presidente Videla. Ambas son declaraciones largas y detalladas destinadas a dar la mejor imagen de la toma del poder. Videla es descripto como un oficial del ejército con una carrera sobresaliente, pero más importante, es presentado como el único hombre capaz de superar intereses individuales y tener una perspectiva global de los problemas importantes.
La institucionalización del gobierno de la junta. Los oficiales ya han comenzado a institucionalizar su gobierno. Aunque colectivamente tienen amplios poderes, han establecido un sistema que busca minimizar la influencia de algún hombre en particular, mientras se esfuerzan por alcanzar el consenso. La junta de tres hombres, compuesta por Videla, el jefe de la Armada Almirante Emilio Massera y el jefe de la Fuerza Aérea General Agosti, designa al presidente pero retiene la autoridad suprema. El Presidente debe trabajar estrechamente con un consejo legislativo de nueve hombres compuesto por oficiales de alto rango de las tres fuerzas. El Consejo servirá para comunicar las opiniones de las Fuerzas Armadas a la junta y el Presidente, y tendrá una fuerte voz en la promulgación de las leyes. Al menos inicialmente, el efecto neto parece ser una difusión de la autoridad y la representación de diversos puntos de vista. Sin embargo, el hecho es que un régimen militar no electo controla la Argentina una vez más y pronto será juzgado por su historial. Para asegurarse el control, la junta ha reemplazado a prácticamente todos los funcionarios de los niveles nacional y regional por militares. El Congreso ha sido disuelto, toda la actividad política ha sido suspendida, y las principales organizaciones sindicales han sido puestas bajo el control del gobierno. Algunos partidos disidentes han sido prohibidos. Está en vigencia un estado de sitio y se puede disparar abiertamente a quienes cometan actos de violencia. Las cortes militares impondrán duras condenas o la pena de muerte a aquéllos que intenten paralizar los servicios públicos.
Los oficiales están enfatizando su intención de conservar una postura imparcial evitando la represión extrema, pero los problemas en varias áreas podrían rápidamente poner a prueba su ecuanimidad. Además, de ninguna manera hay unanimidad completa entre los militares respecto de la idea de moderación. El virulento movimiento terrorista ya ha intentando provocar a la junta al reanudar su violenta campaña. La violencia terrorista, la posible oposición civil de los peronistas derrocados, o reveses económicos tempranos podrían reforzar los argumentos de aquellos oficiales que abogan por medidas más rigurosas. De hecho, la misma facilidad con la que los militares tomaron el poder haría que incluso pequeños reveses en cualquier área fueran extremadamente difíciles de explicar.

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Compilación de WikiPis anteriores aquí.


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