24 de junio de 2011

WikiPis: Carta de San Martín a Bolívar + Proclama del Gral. Uriburu + Carta de Carrió a las embajadas.

WikiPis (el Wikileaks basurero).

Wikipis no es otra cosa que el compendio de las “deposiciones” de funcionarios, políticos y periodistas de hoy y de siempre, que cimentaron el sentido común vernáculo.

Basurero Nacional continua aquí con la publicación de cables, cartas y mensajes que consideramos necesario que sean conocidos por todos. Como comprenderán, no podemos revelar las fuentes de nuestros informes, pero nadie podrá desmentir ni negar la veracidad de los mismos. La cuadrilla de jaquers basureros de este blog, acostumbrados a lidiar con filtraciones y derrames de información, se dedicará no a “hackear” sino a “chorear” este material de los medios de difusión, portales de internet de toda laya, correos, correos electrónicos, memorias y pasillos de todo el país, con el único propósito de dar a conocer lo que generalmente no estaba destinado a ser conocido por el gran público (es decir: el pueblo).

En esta oportunidad, WikiPis publica una carta de San Martín a Bolívar tras la entrevista de ambos en Guayaquil, donde vemos cómo el Libertador argentino supedita sus diferencias personales con el Libertador venezolano a la libertad de la América toda, para preservar los intereses nacionales por sobre los personales o políticos, algo marcadamente ausente en las famosa carta de Elisa Carró a las embajadas; también publicamos las justificaciones del dictador Uriburu para derrocar el gobierno democrático de Yrigoyen, con los mismos argumentos remanidos de todos los dictadores y aspirantes a salvadores de la Patria que se ofrecieron y se ofrecen como baluartes de la moralidad y el republicanismo... Es cierto, las comparaciones son a veces odiosas , pero algunas veces son oportunas y nos enseñan mucho. Veamos los documentos y comparemos:
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Carta de José de San Martín a Simón Bolívar

Estimado general:
Le escribiré no sólo con mi franqueza natural sino con la que exigen los grandes intereses de América.
Los resultados de nuestra entrevista no son los que yo tenía previstos para dar un final rápido a la guerra. Por desgracia, estoy completamente convencido de que o bien usted no ha estimado sincero mi ofrecimiento de servir a sus órdenes con las tropas a mi mando, o mi persona le resulta molesta. Las razones que usted adujo –que su tacto no le permitiría nunca darme órdenes y que, aunque ése fuera el caso, el congreso colombiano no lo autorizaría a separarse del territorio de Colombia- no me han parecido muy plausibles.
La primera se contradice por sí sola. En cuanto a lo que a la segunda se refiere estoy convencido de que, si usted expresara sus deseos, encontraría aprobación unánime, puesto que el objetivo es terminar la campaña que iniciamos y en la cual estamos comprometidos, con su cooperación y la de su ejército, y de que el honor de llevarla a termino recaería en usted y en la república que usted preside.
No se deje caer en engaños, general. Las noticias que usted tiene sobre las fuerzas realistas son erróneas: entre el Alto y el Bajo Perú suman más de 19.000 veteranos, que pueden reunirse en dos meses. El ejército patriota, diezmado por las enfermedades, no estará en condiciones de mandar al frente a mas de 8.500 soldados, gran parte de ellos reclutas rasos. La división del general Santa Cruz (cuyas bajas según él mismo me dice no han sido reemplazadas a pesar de su insistencia) experimentará considerables pérdidas en su larga marcha por tierra, y no contribuirá en nada en esta campaña.
La división de 1.400 colombianos que usted está mandando hará falta para guarnecer El Callao y mantener el orden en Lima. En consecuencia, sin el respaldo del ejército que usted dirige, la operación planeada a través de los puertos (Guayaquil, etc.) no tendrá las ventajas que podrían esperarse, a menos que fuerzas poderosas puedan arrastrar al enemigo a cualquier otra parte. Y, de esa manera, la lucha se prolongará indefinidamente. Digo indefinidamente porque estoy convencido de que sean cuales sean las dificultades de guerra actual la independencia de América es irrevocable. Pero también estoy convencido de que la prolongación de la guerra será la ruina de los pueblos y es un deber sagrado de los hombres, en cuyas manos descansa su destino (el de América), evitar que continúen sus males.
Sea como sea, general, mi decisión está irrevocablemente tomada. He convocado al primer congreso de Perú para el día 20 del mes próximo y, al día siguiente de su instalación, me embarcaré rumbo a Chile, convencido de que mi presencia es el único obstáculo que le impide a usted venir a Perú con el ejército a sus órdenes. Para mí habría sido el colmo de la felicidad terminar la Guerra de la Independencia a las órdenes del general a quien América debe su libertad. El destino ordena otra cosa y debemos resignarnos a él.
Como no tengo duda de que el gobierno peruano que se establezca cuando yo me haya ido solicitará la cooperación activa de Colombia y de que usted no podrá negarse a tan justa demanda, le mandaré una lista de todos los oficiales cuya conducta, tanto militar como privada, pueda recomendar a usted.
El general Arenales quedará al mando del ejército argentino. Su honestidad, su coraje y sus conocimientos lo hacen merecedor de todas las consideraciones que usted tenga con él.
Nada diré de la anexión de Guayaquil a la Republica de Colombia. Permítame, general, decir que no creo sea de nuestra incumbencia decidir asunto tan importante. Al terminar la guerra lo habrían decidido los respectivos gobiernos, sin los conflictos que ahora pueden resultar para los intereses de los nuevos estados de Sudamérica.
Le he hablado, general, con franqueza; pero los sentimientos expresados en esta carta quedarán enterrados en el más profundo silencio. Si se conocieran, los enemigos de nuestra libertad podrían aprovecharse de los motivos de nuestros pesares; los intrigantes y ambiciosos sembrarían la discordia.
Con el mayor Delgado, portador de esta carta, le envío una escopeta y un par de pistolas, junto con mi caballo, que le ofrecí en Guayaquil. Acepte, general, este souvenir de su más ferviente admirador.
Con estos sentimientos y la esperanza de que usted tenga la gloria de poner fin a la guerra de la independencia de Sudamérica, su seguro servidor:
José de San Martín
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Manifiesto de Uriburu del 6 de septiembre de 1930.

La Junta Provisional dirigió un manifiesto al pueblo
Respondiendo al clamor del pueblo y con el patriótico apoyo del ejército y de la Armada, hemos asumido el Gobierno de la Nación.
Exponentes de orden y educados en el respeto de las leyes y de las Instituciones, hemos asistido atónitos al proceso de desquiciamiento que ha sufrido el país en los últimos años.
Hemos aguardado serenamente con al esperanza de una reacción salvadora, pero ante la angustiosa realidad que presenta al país al borde del caos y de la ruina, asumimos ante él la responsabilidad de evitar su derrumbe definitivo.
La inercia y la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía universitaria, la improvisación y el despilfarro en materia económica y financiera, el favoritismo deprimente como sistema burocrático, la politiquería como tarea primordial de gobierno, la acción destructora y denigrante en el Ejército y en la Armada, el descrédito internacional logrado por la jactancia en el desprecio por las leyes y por las actitudes y las expresiones reveladoras de una incultura agresiva, la exaltación de los subalterno, el abuso, el atropello, el fraude, el latrocinio y el crimen, son apenas un pálido reflejo de lo que ha tenido que soportar el país.
Al apelar a la fuerza para libertar a la nación de este régimen ominoso, lo hacemos inspirados en un alto y generoso ideal. Los hechos, por otra parte, demostrarán que no nos guía otro propósito que el bien de la Nación.
La participación en el gobierno de eminentes ciudadanos cuya colaboración hemos requerido atendiendo exclusivamente a sus méritos y virtudes evidencia en primer término que las fuerzas armadas, con el apoyo moral de la masa de la opinión, después de haber liberado a la Nación de la ignominia, ocupan de nuevo su lugar sin ambiciones de predominio.
Debe entenderse, sin embargo, bien claramente que, para asegurar el orden y la normalidad, el gobierno provisorio procederá con prudencia pero con una inquebrantable energía, porque el país ha sufrido demasiado para que el sacrificio sea estéril.
Ajeno en absoluto a todo sentimiento de encono o de venganza, tratará el gobierno provisorio de respetar todas las libertades, pero reprimirá sin contemplación cualquier intento que tenga por fin estimular, insinuar o incitar a la regresión.
La medida de la libertad queda, pues, librada al espíritu patriótico de los ciudadanos y al buen sentido de los habitantes del país.
No nos anima ni nos mueve ningún interés político, no hemos contraído compromisos con partidos o tendencias. Estamos por lo tanto colocados en un plano superior y por encima de toda finalidad subalterna y dispuestos a trabajar con todos los hombres de buena voluntad que aspiren al engrandecimiento de la patria. Tenemos fundadas razones para admitir que el desengaño de los que se han dejado tentar con promesas de dádivas personales (que ha sido la forma de corromper las conciencias para obtener sanciones plebiscitarias) es definitivo.
El gobierno provisorio, inspirado en el bien público y evidenciando los patrióticos sentimientos que lo animan, proclama su respeto a la Constitución y a las leyes fundamentales vigentes y su anhelo de volver cuanto antes a la normalidad, ofreciendo a la opinión pública las garantías absolutas, a fin de que a la brevedad posible pueda la Nación, en comicios libres, elegir sus nuevos y legítimos representantes. Además los miembros del gobierno provisorio contraen ante el país el compromiso de honor de no presentar ni aceptar el auspicio de su candidatura a la presidencia de la República.
Será también aspiración del gobierno provisorio devolver la tranquilidad a la sociedad argentina, hondamente perturbada por la política de odios, favoritismos y exclusiones, fomentada tenazmente por el régimen depuesto, de modo que en las próximas contiendas electorales predomine el elevado espíritu de concordia y de respeto por las ideas del adversario que son tradicionales a la cultura y a la hidalguía argentinas.
El gobierno provisorio interpreta el sentimiento unánime de la masa de opinión que le acompaña al agradecer en esta emergencia a la prensa seria del país el servicio que ha prestado a la causa de la República, al mantener latente por una propaganda patriótica y bien inspirada, el espíritu cívico de la Nación y provocar la reacción popular contra los desmanes de sus gobernantes. Confía que con el mismo acierto, sabrá interpretar en el futuro el papel esencial que le deparen los acontecimientos, a fin de encauzar hacia los mismos elevados objetivos los esfuerzos cívicos de la opinión nacional.
La indispensable disolución del actual Parlamento obedece a razones demasiado notorias para que sea necesario explicarlas. La acción de una mayoría sumisa y servil ha esterilizado la labor del Congreso y ha rebajado la dignidad de esa elevada representación pública. Las voces de la oposición que se han alzado en defensa de los principios de orden y de altivez en una y otra Cámara han sido impotentes para levantar a la mayoría de su postración moral y para devolver al cuerpo de que formaban parte el decoro y el respeto definitivamente perdidos ante la opinión.
Invocamos, pues, en esta hora solemne, el nombre de la Patria y la memoria de los próceres que impusieron a las futuras generaciones el sagrado deber de engrandecerla; y en alto la bandera, hacemos un llamado a todos los corazones argentinos, para que nos ayuden a cumplir este mandato con honor.
Buenos Aires, 6 de Septiembre de 1930.
Teniente general Uriburu , Comandante en Jefe del ejército y presidente del Gobierno provisorio.
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Carta de Elisa Carrió a embajadores.

Su Excelencia el Señor Embajador de
D.

Señor/a Embajador/a:
Nos dirigimos a Vuestra Excelencia, y por su intermedio a las autoridades de su país para hacerles conocer nuestra profunda preocupación por la situación imperante en la Argentina y comunicarles que la Mesa Ejecutiva de la Coalición Cívica asume la firme defensa de la regularidad institucional.
La Argentina sufre una inusitada escalada de violencia que tuvo un inicio verbal pero que recientemente ha acentuado aspectos alarmantes de violencia física. Aquella viene siendo incentivada desde hace varios años por una prédica oficial reñida con la convivencia armoniosa básica para la vida democrática ya que potencia los elementos conflictivos existentes y genera nuevos frentes de confrontación donde no los había. Por otra parte los diálogos que tuvieron lugar entre el oficialismo y la oposición no merecen ese nombre, ya que han sido encuentros, ya que han sido encuentros en los que una de las partes, el oficialismo, solamente habló y no escuchó a la otra, convirtiendo el diálogo en una parodia.
A las reiteradas alteraciones al orden institucional, recientemente agravadas por el adelanto inconsulto de las elecciones, la participación de candidatos testimoniales, la financiación irregular de las campañas, la prórroga de la delegación de facultades legislativas en el Poder Ejecutivo y el uso abusivo del veto presidencial sobre leyes sancionadas por unanimidad por ambas cámaras, se agrega ahora la manifiesta inconstitucionalidad de leyes propuestas por el Ejecutivo, la violación de
los reglamentos parlamentarios en la sanción de normas y el uso de la extorsión económica a gobernadores provinciales, para lograr la cooptación de los votos de los legisladores representantes de esas provincias. Cabe destacar el permanente ataque al periodismo y la legislación que pretende avasallar la libertad de expresión y la pluralidad.
Una simple enumeración de la situación real de los tres poderes del Estado, muestra la degradación de las instituciones en los últimos seis años.
En los hechos se da una situación anómala, dado que quien toma las determinaciones y realmente ejerce el poder, no ha sido elegido para ejercer esas funciones. Esto socava la legitimidad del Ejecutivo que preside nominalmente la Señora Cristina Fernández de Kirchnner. En los hechos se ha instaurado un poder espurio, lo que ha sido puesto de manifiesto por diferentes actores, sin que el Ministerio Público Fiscal haya efectuado las denuncias pertinentes.
La independencia del Poder Judicial se ve severamente comprometida por la acción parcial del Consejo de la Magistratura, cuya mayoría es manejada por el Poder Ejecutivo. Este Consejo se ha convertido en un órgano que premia a magistrados sumisos y castiga a los independientes. El presupuesto del Poder Judicial está manejado por el Poder Ejecutivo.
El Congreso ha sido vaciado de la efectividad de sus funciones por el abuso de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), las facultades delegadas, los superpoderes y la adecuación del calendario legislativo a las necesidades del Ejecutivo, con menosprecio a la atención de las urgencias que atraviesan los millones de argentinos que se hallan bajo la línea de la pobreza. Se reiteran los bochornosos casos de cooptación de legisladores que, habiendo sido elegidos para formar parte de la oposición, se han pasado a las filas del oficialismo, en algunos casos antes de asumir sus mandatos, por razones tan obvias como despreciables.
A esto se agrega la inexistencia de libertad sindical, la inseguridad jurídica, la convalidación de violaciones al derecho internacional por parte del Ejecutivo, el intento de acabar con la libertad de expresión mediante un real monopolio sobre los medios y la corrupción generalizada en los negocios públicos.
Además, se dan reiterados casos de espionaje interno sobre opositores, periodistas, ciudadanos y la difusión de informaciones calumniosas contra opositores. El enriquecimiento ilícito de funcionarios, la perturbación del sistema productivo del país en nombre de una supuesta distribución de la riqueza muestran un cuadro de profunda degradación institucional que hiere a fondo el tejido social del país y siembra el desconcierto y la desesperación en la población.
Queremos insistir en este punto: la estrategia intimidatoria, violenta e ilegal adoptada por el oficialismo en su momento de mayor debilidad política no se deriva de su irracionalidad ni su incapacidad de interpretar la realidad que sobrevino a su derrota electoral del 28 de junio pasado.
Es, en cambio, la conclusión –perfectamente racional en sus propios términos- de una concepción del mundo y de la política que conduce inevitablemente a dos posibles resultados:
· Una concentración todavía mayor de poder en manos del gobierno y la profundización de un régimen aún más abiertamente antidemocrático y violador de las garantías constitucionales y los derechos fundamentales; · o un golpe - o autogolpe- que interrumpa la continuidad institucional y reserve a los Kirchnner el prestigioso rol de refugiados internacionales víctimas de una conspiración contra la democracia.
Para quienes han violado el entero marco institucional y legal de la República para incrementar su poder y su patrimonio privado, corresponde el rigor de la ley impartida por jueces rectos e imparciales.
En circunstancias normales algunos de los hechos notorios que acabamos de describir,
correspondería reservarlos al fuero interno, en coherencia con el principio de la “no intervención en los asuntos internos” pero por su gravedad y extensión, trascienden los límites del fuero interno llegando a vulnerar principios y normas de derecho internacional, particularmente los del sistema interamericano.
Por este motivo es que nos dirigimos a los gobiernos de los países amigos para serles patente que se está comprometiendo en la Argentina la vigencia efectiva de la democracia representativa, que es principio esencial de la Organización de los Estados Americanos. La vigencia de la democracia y de los derechos humanos ya no pertenecen sólo al orden interno de los estados, sino que son parte inescindible de la trama normativa del Derecho Internacional Público (Carta de la OEA y Carta Democrática Interamericana, 28º Período Extraordinario de Sesiones, 11 de septiembre de 2001).
Las tristes circunstancias descriptas anteriormente, que han de ser notorias y evidentes a la observación imparcial, son las que determinan que nos dirijamos al Señor/a Embajador/a, pues estimamos que todo ello socava la vigencia de la democracia representativa. Creemos que se hallan seriamente comprometidas las instituciones democráticas y republicanas. La “afecctio societatis”, la unión del sistema interamericano se sustenta en gobiernos constitucionales y en el respeto de los derechos humanos.
El caso extremo reciente de Honduras es prueba de que el sistema no tolera la vulneración de ambos principios.
Por otra parte en el sistema interamericano, está fortaleciéndose la doctrina de que el fraude electoral es tan violatorio de la vigencia efectiva de la democracia representativa como los clásicos golpes de Estado (Comité Jurídico de la OEA. Dictamen Ejercicio Efectivo Democracia Representativa, Anuario 1996).
Queremos transmitir al/a Señor/a Embajador/a nuestra angustiosa descripción de la situación nacional de la que hemos señalado algunos aspectos a lo que se suman las noticias de la formación incontrolada de grupos armados en distintos puntos del país que buscan apoyar sus pedidos y reivindicaciones a la fuerza.
Nuestra adhesión a las instituciones republicanas es absoluta, por eso rechazamos la mera idea que se pueda volver a la época de las interrupciones ilícitas de los mandatos constitucionales.
Quienes sostuvimos la oposición a este gobierno desde los tiempos en que gozaba de popularidad y lo hemos sido por convicción, y no por conveniencia, creemos que la Argentina sólo puede salir de su laberinto si no repite los errores del pasado. La batalla firme y decidida por la legalidad y la vigencia de las garantías constitucionales no puede ser separada de la defensa de la continuidad institucional y el cumplimiento completo del actual mandato presidencial.
Al odio no puede respondérsele con odio a menos que se quiera incrementar sus efectos más dañinos. A la violación de la Constitución, de las leyes y de las normales relaciones cívicas que deberían reinar entre el Gobierno, la oposición y los ciudadanos no puede contestarse con actitudes desestabilizadoras y conspirativas sino con la defensa de las instituciones encargadas por la Constitución Nacional de expresar la voluntad de las mayorías y preservar los derechos de las minorías.
En este momento crucial del país, en el que la cercanía de su bicentenario nos pone en la disyuntiva de rescatar lo mejor de su historia o reproducir sus momentos peores, la oposición tiene una pesada responsabilidad: la de ayudar a la Presidenta, Señora Kirchnner, a terminar su mandato, evitando que se produzcan nuevos episodios de consecuencias destructivas. La ciudadanía con el voto otorga los mandatos para que estos sean ejercidos hasta el cabal cumplimiento de los periodos de gobierno asignados. Olvidarlo ha sido nuestra mayor desgracia nacional en lo últimos ochenta años, no queremos más interrupciones.
Al mismo tiempo, defendemos con la mayor energía los derechos de los ciudadanos argentinos avasallados por quienes han hecho de su sometimiento y humillación su principal política de gobierno. Son éstas las graves consideraciones que la situación nos merece y queríamos hacerlo partícipe de ellas al/a la Señor/a Embajador/a, dada la reconocida adhesión del Gobierno que V.E.
representa a los ideales democráticos y los profundos lazos de amistad que unen a nuestras naciones.
Saludo al/ a la Señor/a Embajador/a, con nuestra más alta y distinguida consideración.

Mesa Ejecutiva de la Coalición Cívica ARI.
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Compilación de WikiPis anteriores aquí.


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